Explorando Beirut, París del Medio Oriente

Beirut, octubre de 2018

Llegamos a Líbano mas por causalidad que por un evento planeado. Era el sábado 15 de octubre de 2018, luego de un largo viaje desde Miami con algunas horas de escala en París, nuestro amigo Camilo Vélez, quien se había mudado allí con su familia hace tan solo algunos meses, ya nos esperaba en la salida del único aeropuerto comercial del país.

El monumento a los mártires fue inaugurado en 1960 en honor a los patriotas que pelearon contra los turcos en 1916. Se conservó con restauraciones mínimas después de la guerra civil, por lo que actualmente se pueden observar algunas partes mutiladas e impactos de balas.

Las primeras impresiones de la ciudad no se hicieron esperar. Aunque era de noche, el contraste entre cientos de anuncios publicitarios de las marcas más prestigiosas, los restos de una guerra civil que devastó el país entre 1975 y 1990, almacenes de las marcas más lujosas y un tráfico vehicular absolutamente caótico, ya nos decía que este viaje sería una experiencia reveladora.

La historia de este pequeño país del Medio Oriente se remonta 7.000 años atrás con los Fenicios. Inventores del alfabeto y expertos navegantes, fueron los que sentaron las bases de un pueblo que desde los inicios de las primeras civilizaciones se mezclaron con colonos de todas partes del mundo. Primero los Egipcios, pasando por Griegos, Romanos, Árabes, Crusados, Mamelucos, Otomanos y más recientemente los Franceses, las tierras libanesas reflejan tesoros históricos y culturales de una variedad rara vez vista en otros lugares.

Beirut, la capital del país ha estado habitada por más de 5.000 años y tuvo su máximo apogeo luego de la independencia de Francia en 1.943 en donde su aspecto cosmopolita, arquitectura refinada y agitado ambiente de negocios le dieron el apodo del París del Medio Oriente, hasta que las diferencias entre Cristianos y Musulmanes sumieron al país en una guerra civil que por 15 años, entre el 75 y 90, devastó por completo no sólo la capital sino todo el territorio nacional. Por si fuera poco, las continuas riñas entre el grupo armado Hezbollah y su vecino Israel han mantenido en vilo la estabilidad del país con dos conflictos importantes, la guerra de 1982 y el bombardeo de Israel en todo el territorio en el 2006.

Nuestro recorrido por la ciudad comenzó por un agradable paseo por el centro, hoy en día apodado La Soldiere, por ser el nombre de la firma que sobre muchas críticas e indicios de corrupción se ha encargado durante los últimos años de hacer gran parte de la su reconstrucción. Los contrastes entre los lujosos centros comerciales y edificios abandonados con huellas de balas por doquier, son un recuerdo constante de un país que vive en medio de una tensa calma. A pesar de que los días de guerra han terminado, existen fuertes tensiones entre los diferentes grupos religiosos, especialmente entre los Chiítas y Sunnitas y entre Israel y Hezbollah, único grupo que no fue desmontado después de la guerra y que en la actualidad tiene la mayoría del congreso de la República.

Hicimos una parada para visitar Museo Nacional que con cerca de 13 mil artefactos, exhibe una buena parte de las reliquias históricas del país. Fue particularmente interesante conocer cómo fueron protegidas las piezas previo a su ocupación por grupos armados durante la guerra civil. A pesar de que tanto su fachada como interior quedaron destruidos, buena parte de los objetos se salvaron al ser cuidadosamente guardados en el sótano o al ser cubiertos con muros de ladrillo.

Nuestro recorrido continuó hacia el malecón construido en su mayor parte sobre un acantilado de varios kilómetros de largo. Visitamos el faro y llegamos hasta las famosas Pigeon Rocks, dos protuberantes rocas, la más grande de 60 metros de altura, formadas a partir de uno de los tantos terremotos que han azotado la ciudad. Fue impresionante palpar de cerca la gran cantidad de basura en el lugar, principalmente compuesta por botellas plásticas. Ya habíamos leído del gran problema de manejo de basuras que tiene el estado y que de hecho ha desencadenado varias crisis desde 2016 como también de la falta de cultura ciudadana de los locales quienes se deshacen de sus desechos en cualquier lugar. Sin embargo, fue triste toparse con esta dura realidad en un lugar cuya belleza podría ser mucho más intensa de estar ubicado en otra parte.

Cada noche, en casa de nuestros amigos, reflexionábamos acerca de las contradicciones que desde ya nos estábamos encontrando. Su gente empezaba a mostrar la amabilidad y cercanía con la que más adelante nos toparíamos por doquier en otras regiones del país y que, como individuos al igual que todos, lucen indiferentes a las creencias religiosas y políticas que han causado destrucción y sufrimiento y más bien prima la camaradería y el instinto de interacción social que tanto nos ha hecho progresar como raza. Líbano tiene muchos retos, como el manejo de sus basuras, una crisis energética a la vuelta de la esquina, precios descomunales que agrandan la desigualdad social, una población migrante compuesta por Sirios, Filipinos, Pakistaníes, Indios y Etíopes, en condiciones muchas veces de esclavismo y un conflicto latente con un vecino que ha demostrado un poderío militar superior al de sus contrincantes, y, en Beirut, con sus calles intrincadas, su comercio vigoroso y su excelente oferta gastronómica, se conjugan todas ellas en una densa mezcla que toma tiempo asimilar.

Jeita Groto

Este espectacular sistema de cavernas se puede visitar fácilmente desde Beirut. Hay una cueva superior, con 2.200m de largo de los cuales 700m han sido habilitados para los turistas. La inferior ofrece un panorama diferente, ya que se puede hacer un recorrido de 400m en un bote (de los 7.800m que tiene de largo). No se permiten las fotografías interiores y proveen lockers gratis para guardar las cámaras y los celulares antes de entrar.

La comida libanesa

Beirut fue nuestro primer punto de contacto con la comida libanesa. Es común ordenar “meze”, una combinación de pequeños platos donde la comida en pequeñas porciones se toma directamene en trozos de pan.

Correr en Beirut

Aunque no es una de las ciudades más amables para correr (principalmente por el tráfico), la zona de La Corniche ofrece algunos kilómetros muy agradables. En los días de nuestro viaje nos encontramos muchos atletas preparándose para la maratón que será en noviembre. Estas son un par de rutas que yo hice:

 

El pasaporte no debe tener sello de entrada a Israel, ya que es una causal de rechazo.

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