Recorrido por el Kyzyl Kum, el desierto de Uzbekistán

Del 12 al 13 de octubre de 2023 (días 133 y 134 del viaje).

Decidimos sin mucha expectativa pasar una noche en el desierto Kyzyl Kum que se extiende por gran parte de Uzbekistan, sur de Kazajistán y norte de Turkmenistán. Este el undécimo desierto más grande del mundo y se caracteriza por tener poca población en medio de una zona árida donde predominan las dunas de arena.

Para hacer este recorrido que por supuesto no cuenta con transporte público, contratamos a la compañía Komil Travel que por 110 dólares por persona nos ofreció el auto con conductor, una estadía en un campamento de yurt con las comidas correspondientes y algunas paradas de rigor en el camino para apreciar algunos monumentos.

Alrededor de las 9 de la mañana ya estaba nuestro conductor en la puerta del hotel listo para comenzar el viaje. De inmediato nos dimos cuenta de la desafortunada realidad de que su nivel de inglés era prácticamente nulo. Las pocas palabras que pronunciaba eran insuficientes para sostener cualquier conversación.

La primera parada del camino fue en la ciudad de Gijduvan donde pudimos ver la forma tradicional en la que fabrican elementos de cerámica en la región. A través de un proceso cuidadoso que incluye una capa protectora de un tono brillante, uno de los herederos del negocio nos llevó paso a paso por todas las etapas del proceso. Su familia llevaba ya varias generaciones en el oficio y él estaba dispuesto a continuarlo involucrando desde muy temprana edad a sus hijos.

Más tarde paramos en un antiguo caravanserai llamado Rabat-i-Malik. Estos lugares eran muy populares en la antigua ruta de la seda al ofrecer un espacio para lo viajeros donde tener una comida caliente y pasar la noche. En otras palabras, eran como los hostales de carretera de la actualidad. Algo muy importante es que ofrecían también cuidados para los caballos y camellos que siempre acompañaban a los viajeros por estas rutas. En frente del caravanserai había una cisterna, llamada sardoba, que se utilizaba para almacenar el agua.

Unas tres o cuatro horas más tarde llegamos al campamento de yurt en un lugar llamado Aidar Yurt Camp ubicado a unos 8 kilómetros del gran lago Aidarkul. El lugar estaba completamente desolado, y tras un almuerzo compuesto de pescado y papas fritas con vegetales, nos dirigimos a conocer el lago.

La verdad es que todo lucía bastante pálido. No solo por la ausencia de personas sino por el clima frío, ventoso y nublado clima que hacía. Se hacía difícil caminar y las visitas no eran para nada espectaculares. Apenas en el lago lográbamos vislumbrar algunas playas con sombrillas y sillas vacías como un pálido recuerdo de los turistas que habían estado allí durante el verano.

Más tarde nos enteramos que el lago Aidarkul es una presa artificial que se formó en 1969 como consecuencia de desviar el rio Star Daryl hacia una zona baja llamada depresión de Arnasay, justo donde se formó el lago. Esta obra de ingeniería se hizo para enviar que el río se desbordara y causara inundaciones en las zonas agrícolas destinadas principal al cultivo del algodón. Sin embargo, al desviar el agua del río, se redujo el caudal que llegaba al mar de Aral, contribuyendo así a su desecación, causando de una las catástrofres ambientales más relevantes del mundo contemporáneo.

La noche cayó un con ella una cena básica de esas que tanto disfrutamos en las montañas de Kirguistán. Al final, nuestro guía logró preguntarnos que si queríamos el show de música en vivo, algo incluido en el tour, pero al ser nosotros los únicos turistas del día, decidimos declina, dejando descansar a la familia que, como es costumbre, se encarga del todo lo relacionado con el campamento de yurt.

Pasamos la noche en un cómodo yurt con camas, colchones tradicionales y la decoración colmada de tapetes. A diferencia de los de las montañas, estos yurt están cubiertos con una tela fabricada con piel de camello. Adicionalmente, el lugar contaba con electricidad haciendo posible la instalación de un calentador eléctrico que, aunque es menos romántico, es mucho más eficiente que los hornos a base de madera y fuego.

En la mañana, tras el usual desayuno repleto de pan, mermelada y en este caso tras nuestra petición, huevos cocidos, nuestro conductor nos afanó para comenzar el recorrido de vuelta lo antes posible. Era viernes y podíamos intuir sus ganas de regresar rápido con una buena mesada tras un trabajo sin grandes complicaciones.

Ya de regreso, paramos en la población de Nurata, una ciudad pequeña y aunque contaba con el orden y magnitud de las construcciones soviéticas, carecía de toda magia salvo por su pasado pues Alejandro Magno la fundó en el siglo IV a.c. cuando se encontraba en medio de sus épicas conquistas. En una colina que se se puede visitar quedan los vestigios de la fortaleza que dejó Alejandro. Una gran plaza en la parte inferior sirve como preámbulo para ascender a la pequeña colina. Sin embargo, carece de cualquier información que bien pudiera necesitar el turista para hacer de su visita algo más educativo.

Cuenta la historia que Alejandro, como era usual, dejó una legión de soldados en la ciudad, quienes se mezclaron con la población local y crearon una cultura helenística única. Los siglos pasaron y la ciudad fue asediada por partos, árabes y turcos, pero fueron los lo mongoles en el siglo XII quienes tendieron su manto destructor sobre la muralla, dejando las ruinas que se pueden apreciar en la actualidad.

Fue interesante también conocer la historia de la fuente sagrada justo en la parte baja de la montaña. Se dice que el profeta Mohamed dejó sus cosas allí, dando origen a la fuente con sus truchas. Ambas sagradas. No por nada, se ha construido en el lugar un mausoleo y una mezquita llamada Juma que tiene una de las cúpulas más grandes de Asia Central.

Entre tanto, el mausoleo contiene las reliquias del profeta Nur-ota, que era el hijito del propio Mahoma, fundador de la religión islámica.

Ya de regreso a Bukara hicimos una parada de rigor en el Minarete de la ciudad de Vabkent que, como la mayoría, cuenta con inscripciones en relieve y tenía la finalidad de llamar a la oración como de servir de faro para los viajeros de la antigua ruta de la seda. El minarete, construido entre 1196 y 1197 es una muestra más del impresionante arte islámico medieval y es uno de los pocos monumentos del área que sobrevivieron a las terribles invasiones mongolas.

Un poco después del medio día, llegamos a la ciudad de Bukhara con algo de decepción con este pequeño tour. Quizás fue el clima nublado o las largas horas de silencio en compañía de nuestro conductor que hicieron este viaje menos espectacular que otros.

Nuestro día terminó en el Vostok Hotel que resultó ser una excelente opción para tomar el tren la siguiente mañana con destino a Khiva, la famosa perla de Uzbekistán.

Déjanos un comentario