De camping  por los parques naturales de Croacia

25 de mayo al 6 de junio de 2023

Con el propósito de conocer un poco la riqueza natural de Croacia, decidimos contar con la flexibilidad que nos da un auto, rentando un pequeño sedán que recogimos a nuestra salida de Zadar y dejamos a la llegada de Dubrovnik. Para nuestra sorpresa, por poco más de 20 dólares al día, la compañía nos asignó un bello Peugeot 2008 con tan solo 4 kilómetros recorridos.

Memorial Nikola Tesla – Smiljan

Nuestro primer destino nos llevó, una hora más tarde, a la ciudad de Smiljan, donde pudimos conocer el lugar de nacimiento de Nikola Tesla, el frenético inventor del motor de corriente alterna y de tantas innovaciones que hoy en día usamos como el control remoto. Tesla, nacido en esta pequeña población de Croacia, pasó sus primeros años en la villa haciendo experimentos en laboratorio improvisado. Su dedicación y estudios, lo llevaron más tarde a Estados Unidos donde residió por 30 años hasta su muerte en una de las habitaciones del hotel que ocupó durante toda su vida, completamente solo y sin familia, pero dejando un legado que ha sido la base de la segunda revolución industrial. No por nada se le conoce, a Tesla, como el padre de la electricidad convencional.

Para nosotros, fue realmente sorprendente acercarnos a este gran genio del que tanto habíamos oído hablar, pero del que poco sabíamos. Buscando algo más de su historia, nos enteramos de que la mayor recopilación de su vida y trabajo se encuentra en Belgrado, ciudad que más tarde visitaremos en esta larga travesía. También aprendimos que, en épocas de Tesla, este territorio se encontraba unido a lo que hoy es Serbia, y faltarían poco más de 100 años y muchas muertes para que Croacia ganase su independencia en 1991.

Plitvice Lakes

Nuestro plan nos llevó un par de horas más adelante al Camp Korana justo a unos pocos kilómetros del parque natural Plitvice Lakes. El campamento estaba muy bien equipado, con información turística, baños extremadamente limpios y amplios, duchas de agua caliente y un perfecto plano en medio de una pequeña colina donde pudimos alzar nuestra reluciente carpa.

Al día siguiente nos dispusimos a visitar el parque con calma ya que estaríamos dos noches más en los alrededores. Desde el ingreso nos percatamos de que una gran cantidad de turistas de varias nacionalidades que con paquetes contratados desde ciudades como Zadar, Split o inclusive el lejano Dubrovnik, llegaban en grandes buses a darle un vistazo al lugar.

Desde el ingreso podíamos escuchar las cascadas y ver a lo lejos el hermoso color turquesa del agua, pero no fue hasta que estuvimos cerca que nos pudimos percatar de la absoluta belleza del lugar. Aunque hay varios recorridos, el plan común es comenzar en la parte alta de la montaña e ir descendiendo por un sistema de pasarelas hasta recorrer las 16 grandes lagos del complejo. Para hacerlo, hay todo tipo de facilidades, desde rutas de buses que te llevan a varios puntos, hasta botes que navegan el lago más grande.

También existe la posibilidad de recorrer el complejo a pie a través de más de 20 kilómetros de plataformas muy bien elaboradas que literalmente te acercan a cada una de las cascadas. Hay planes para todos los gustos y nosotros, a pesar de que había algunas secciones del camino cerradas, tratamos de hacer la mayor parte caminando. Varios días más tarde, aún reflexionábamos acerca de la belleza de Plitvice Lakes. Luego de haber recorrido parques naturales a lo largo de todos los continentes, este es quizás uno de los más bellos. Tal vez la combinación perfecta entre la belleza de la naturaleza y las plataformas que han construido para recorrerlo hacen que el espectador pueda tener unas vistas poco comunes en otros ambientes.

Extasiados con esta visita, quisimos, al día siguiente, hacer una segunda, pero esta vez complementándola con un recorrido por la montaña que al igual nos trajo unas vistas impresionantes de las cascadas y que nos sorprendió al encontrarnos a una mamá ciervo y su cría en medio de un claro del bosque. Fue agradable alejarnos un poco del camino convencional que toman la mayoría de los turistas y disfrutar el bosque prácticamente en solitario.

De todas formas, al final de la tarde no pudimos aguantar la tentación de volver a las plataformas y reventarnos la piernas haciendo el camino de subida para tener una vista alternativa. De nuevo, como si fuese la primera vez y como si los cientos de turistas a nuestro lado no existieran, nuestros ojos no dejaron de maravillarse, esta vez con este impresionante paraíso natural.

Parque Krka

Nuestro siguiente destino nos condujo a la ciudad de Skradin donde también acamparíamos por tres noches en el Camp Skradinske Delicije. Un lugar agradable pero quizás un poco más citadino. Justo a la entrada de la población y a 4 kilómetros del parque, tenía un aire más urbano que el natural que tanto perseguimos en este tipo de experiencias.

Aunque el plan era visitar el parque natural Krka, no desaprovechamos la oportunidad para conocer Skradin una pequeña población con un centro perfectamente preservado, solitario y con algunos restaurantes de esa comida estándar y costosa que siempre nos dejó mucho que desear en la mayoría de las ciudades croatas que visitamos.

Krka se compone también de un complejo sistema de cascadas que al igual que Plitvice se puede recorrer fácilmente a través de unas plataformas muy bien construidas. Si bien es mucho más pequeño que Plitvice son interesantes las pequeñas construcciones que, a manera de mini museos, muestran peculiaridades de la vida de los primeros pobladores: el lugar donde se molía esto y aquello, la planta hidroeléctrica, etc., todo acompañado de la estrepitosa música formada por las grandes caídas de agua alrededor. Aprendimos que en esta población, haciendo el mejor homenaje al genio de Tesla, se instaló la primera hidroeléctrica en Croacia y que fue, luego de la población de Buffalo en las cataratas del Niágara, la segunda ciudad del mundo en tener alumbrado público con energía eléctrica.

De nuevo, no nos bastó con estar un solo día en el parque, sino que aprovechamos una segundo día para visitarlo desde otra de las entradas y hacer una corta caminata por las montañas aledañas que forman el cañón. En un momento, y sin pensarlo, nos sorprendimos subiendo extenuantes peñascos y hasta ascendiendo por una escalera de 500 escalones para ver una de las cuevas habitadas por homínidos, quizás Sapiens, de la edad de piedra.

Parque Mljet

Nuestro recorrido continuó hacia el sur con una parada en la ciudad de Split y hacia nuestro último destino en la población portuaria de Orebic. Allí encontramos un lugar perfecto justo al borde de la playa y muy cerca del centro del pueblo para nuestra visita al parque nacional Mljet.

Tras visitar la población de Korcula al día siguiente, nos dispusimos a recorrer Mljet al que llegamos a través de un ferry de unos 90 minutos de duración desde esta población.

El calor abrasador de la mañana no nos disuadió para que emprendiéramos el camino más largo de 13 kilómetros, con algunas cuestas pero sobretodo con espectaculares vistas de lo que pensamos que al inicio era un lago pero que luego descubrimos que era una entrada de mar.

Terminamos así nuestro recorrido por algunos de los parques naturales de Croacia. Faltaron varios, muchos, pero si que con los visitados pudimos tener un pequeño acercamiento a estas tierras europeas que han sido devastadas por siglos y que ahora intentan resurgir con un hálito de vida entre la burocracia de políticos del mal llamado primer mundo que poco o nada hacen diferente. Estos parques, como la mayoría de los que hemos visitado – a excepción de los africanos – lucen despoblados, vacíos, desérticos. La fauna, prácticamente inexistente apenas protagoniza algunos carteles que con remordimiento cuentan en decenas, no en cientos, a los habitantes que alguna vez reinaron sobre estos territorios.

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