Una etapa menos, una aventura más

Salimos del sudeste asiático el 14 de septiembre del 2011. Despertamos a las 6 de la mañana en el hotel Royal View Resort ubicado en el centro de la gran ciudad de Bangkok. Por ser un punto bastante central era tal vez la tercera vez que pasábamos por esta ciudad durante este viaje pero esta vez era diferente, pues la dejaríamos por mucho más tiempo. Mi cabeza daba vueltas tratando de hilar páginas web, e-mails y artículos leídos horas atrás tratando de armar de la mejor forma posible nuestra siguiente aventura, el paso por la China y el Tíbet.

Recuerdo que cuando llegamos a estas tierras hace alrededor de mes y medio estábamos aún felizmente abrumados por nuestro paso por África y bastante cansados de nuestro paso por Nueva York y su acercamiento a la cultura de la basura. Teníamos un itinerario en borrador literalmente dibujado en unas cuantas páginas de la pequeña libretilla de Alex. La verdad no teníamos muy claro lo que íbamos a hacer pero estábamos tranquilos y abiertos a que los lugares por si solos aparecieran y nos sorprendieran. Sin embargo, nunca creímos que fueramos a llegar a apegarnos tanto a esta parte del viaje y sobretodo a algunos lugares que ni siquiera fueron alguna vez mencionados en nuestras clases de geografía del bachillerato y ,como lo dije, antes que aquí se comenzaran a materializar verdaderos cambios en nuestras vidas.

En un comienzo, apreciamos la vida en la gran ciudad de Bangkok por su gente amable, por su limpieza y por su contraste entre una profunda arquitectura milenaria y moderna. Aquí nos pareció que oriente era similar a occidente, no porque uno se haya impuesto sobre el otro sino porque vivimos en un mundo global. Los artículos tecnológicos de última generación son exactamente los mismos, la cartelera de cine bien podría ser la de cualquier centro comercial de Bogotá y, como la buena especie en decadencia que representamos, se consume más de lo que se puede recoger y nacen más personas de las que mueren. Sin pensarlo dos veces, decidimos explorar un poco más, dejar las grandes ciudades para otro viaje u otra vida y concentrarnos en la vida rural. Fue así como se presentaron muchas cosas maravillosas y dos países fronterizos que no gozan de las hordas de divisas que tiene Tailandia generadas por el turismo, se presentaron en todo su esplendor: Camboya y Vietnam.

Como dijimos en posts anteriores, conocer la historia de estas dos naciones fue para nosotros un reconocimiento de nuestra propia historia. Dos países que sufrieron el duro yugo de la bárbara colonización europea, ellos por franceses y nosotros por españoles, tuvieron muy malos gobiernos, mucha corrupción, guerrilla, cientos de miles de minas quiebrapatas o antipersona y una etapa de renacimiento que aún no vislumbramos en Colombia. Dos naciones como diríamos en mi tierra “berracas”, con gente buena y trabajadora que a punta de sudor está sacando a su país adelante.

Lo primero que llegó fue el descubrimiento del triste y reciente pasado de Camboya que tras ser injustamente bombardeado por Estados Unidos padeció una dictadura inclemente de las manos del comunista Poi Pet. Este fue el responsable de la desaparición de la cuarta parte de la población del país, unas 3 millones de personas, del genocidio de los intelectuales y de la destrucción de todas la instituciones de la nación sumiéndolo en la pobreza más absoluta. Y todo esto lo hizo en sólo cuatro años de gobierno antes de de que Vietnam lo derrocara. Fuimos testigos de como Camboya se ha encargado de documentar y de recordar su pasado para el bien de las futuras generaciones. Con dignidad, erigen monumentos y tienen museos que reviven su reciente y dolorosa historia.

Luego llegó Vietnam. De este lugar sólo sabíamos que había tenido una guerra con Estados Unidos. No sabíamos por qué ni para qué. Con la mente en blanco nos dispusimos a todas nuestras anchas a disfrutar de este país. Ingresamos a él por la parte sur donde se forma un famoso delta llamado el Delta del Mekong. Poco a poco fuimos descubriendo en este lugar una fenomenal fuente de sustento para los vietnamitas. Nos maravillamos con los mercados flotantes, con sus aguas llenas de peces y con sus campos inundados y rebosantes de arroz. Aprendimos que del arroz se hace mucho más que “arroz”. Se hace papel, nudles, comida para animales domésticos, combustible para hornos y, por supuesto… Arroz. No es de sorprenderse que el arroz se come de todas las maneras posibles y en todas las comidas. Un deleite sin igual.

Luego vimos sus agitadas ciudades, donde aprendimos de su más memorable evento, la guerra de Vietnam. Nos sentimos tristes por las secuelas que padecen millones de personas como consecuencia de la guerra química que emprendió Estados Unidos y nos dimos cuenta que en muchas ocasiones, de hecho en más de las que nos imaginamos, los “malos” también están en el lado occidental del mundo con un poder inimaginable que, ante la mirada ciega e hipócrita de europeos y la actitud sumisa de latinos, forma guerras, tiene prácticas moralmente cuestionables y, como los perores mercenarios, dirige sus intereses hacia el mejor negocio. Un país donde reina la política de “El Fin Justifica los Medios”. Tanto nos sorprendió Vietnam que nos vimos en la penosa obligación de sacrificar nuestra visita a Laos, solo para disfrutar de uno de los lugares más espectaculares en los que he estado en mi vida: Halong Bay. Es un sitio memorable, de grandes proporciones y que nunca, pero nunca olvidaré. Siempre estarán conmigo las travesías en Kayak que hicimos a través de sus cuevas, el estrepitante sonido viviente de sus montañas, los baños en sus cálidas aguas cristalinas, el atardecer rojizo sobre el horizonte marino y por supuesto aquel barquito de madera en el que pasamos tres días de nuestras vidas.

Cuando llegamos a Tailandia, creíamos que ya lo habíamos visto todo, hasta que apareció Koh Tao. Es tal vez el lugar en el que más tiempo hemos estado (7 días y 6 noches) y en el que pudimos tener una parada de emergencia para recopilar lo vivido y poder continuar nuestro camino. En homenaje a este lugar escribí una de las crónicas que más me gusta, La Isla. En Tailandia también conocimos Koh Phi Phi que es un lugar muy famoso porque allí se filmó La Playa, una película de Hollywod protagonizada por Leonardo Di Caprio. Llegamos a este lugar por curiosidad y lo abandonamos sin mayores encantos. Demasiado congestionado para nuestro gusto y con unas playas que pese a ser bellas palidecían en comparasión con los escenarios de Halong Bay y Koh Tao. Los últimos días de Tailandia los pasamos en el norte de país en una ciudad llamada Chiang Mai famosa por su paisaje montañoso.

Esta parte del viaje también trajo la primera enfermedad. Una infección en los oídos que por cuatro o cinco días me incapacitó bastante. Hubo necesidad de usar el seguro médico y de reposar unos días en un hostal de 12 dólares la habitación en el centro de la ciudad de Chiang Mai que nos trajo algunas molestias y que simplemente por falta de fuerza no pudimos dejar. Era un tanto sucio, muy caliente y en las noches se iba el agua. Menos mal tenía un pequeño TV que pasaba caricaturas en tailandés de Hanna Barbera y que como buen niño disfruté sin entender ni pío de lo que se hablaba. Alex, como siempre, con una paciencia infinita cuidó de mi salud y se quejó mucho menos que yo de las pocas incomodidades del lugar.

Finalizando esta parte del viaje, dedicamos unos días a planear la tercera de las cinco etapas de esta aventura, China, Tíbet y Nepal. En nuestra mente queríamos hacer de este episodio algo fuerte, con una dosis de adrenalina importante y sobretodo cargado de aventuras. Naturalmente, eso no lo íbamos a encontrar en las grandes ciudades así que decidimos sacar del itinerario a Hong Kong y Shangai y solo pasar en Beijing unos pocos días suficientes para ir a la ópera, visitar el mercado, conocer la ciudad prohibida y por supuesto ver la parte de la famosa muralla china que se topa con esta metrópoli. También decidimos dejar de visitar la reserva de osos pandas de Chengdu, dado que un par de amigos viajeros que acababan de dejar esa ciudad, nos comentaron que allí lo que hay es un zoológico, que no se han registrado reintroducciones de los osos a su hábitat natural y según algunas críticas, lo que hay allí es un negocio para suplir la demanda de animales a todo el planeta. Nosotros, por supuesto, no apoyaremos con nuestra visita semejante aberración y seguiremos aferrados a nuestra política de conocer sólo animales que podamos apreciar en estado salvaje, diciendo un NO rotundo a cualquier tipo de zoológico, acuario o reserva animal con fines comerciales.

Hemos escrito a una reserva situada en la provincia de Shaanxi donde es posible verlos en estado salvaje, pero aún no tenemos respuesta. De tener aunque sea una posibilidad, modificaremos el itinerario sobretodo en la parte inicial. De esta manera le fuimos dando forma a un viaje poco tradicional pero de grandes proporciones que recorre linealmente de este a oeste la parte central del país para terminar en medio de la cordillera del Himalaya en un lugar que se conoce como ‘El Techo del Mundo’, Tíbet. A este lugar, antes vetado para los extranjeros, se puede acceder con un permiso especial que da el gobierno chino a través de una agencia autorizada. Es posible llegar a él en avión, pero nosotros nos aventuraremos a coger el tren de Qinghai el cual es el más alto del mundo y el que en un trabajo de ingeniería de grandes proporciones recorre por el cielo el permafrost del páramo suspendido sobre largos puentes con las montañas más altas del mundo como telón de fondo. Seguro será una gran experiencia.

Una vez allí, rentaremos una 4×4, contrataremos un guía y un chofer para que nos lleven por la llamada autopista de la amistad. Un camino de 800 kilómetros de páramo y nieve que une Tíbet con la frontera Nepalí muy cerca de la ciudad de Katmandú. Por ocho días transitaremos por este lugar visitando entre otros lugares el monasterio más alto del mundo situado a más de 5.000 metros de altura y el campamento base del Everest. Dormiremos en hostales de camino en los que la temperatura puede descender a 10 grados bajo cero en la noche y al finalizar, tendremos un glorioso camping a más de 4.500 metros de altura. Esta si que va a ser una experiencia para recordar toda la vida. Sin embargo, no todo termina allí. Antes de pasar a Nueva Zelandia, la cuarta y penúltima fase del viaje, pasaremos unos 20 días en Nepal haciendo el circuito del Annapurna, calificado por algunos, como el mejor trekking del mundo. Durante su recorrido tendremos que enfrentar el paso Thorung La a 5.416 metros de altura que será nada más y nada menos como pasar caminando por la cima del Kilimanjaro. Espero que el fantasma del mal de altura que afloró allí haya desaparecido en ese entonces. No volveremos a cometer los mismos errores.

Saludos,

David P

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  1. Responder

    Alexandra

    David yo se que ustedes pueden, eso si cuidesen muchisimo para no ir a arruinar el paseo, por un mal paso, los amo y les sigo mandando las grandes energias del mundo para que les siga saliendo super bien. abrazos.

  2. Responder

    Beatriz

    Hola hijos que bueno es leer todo lo que escriben Ha sido un viaje maravilloso;con pequeños obstaculos que luego seran un lejano recuerdo.Los amo Mama

  3. Responder

    Gilma

    David tu como siempre me haces llorar con esas historias tan lindas que contas, pero igualmente sabes que deben cuidarse muchisimo por dondeesten tu sabes que de ello depende lo que puedan disfrutar , los amo y extraño muchisimo abrazos Gilma.

  4. Responder

    Mónica

    David!! En deuda de leerlo!! En Australia y Nueva Zelanda el acceso a Internet es muy costoso! Qué maravilla de post, me encantó! Como en otros posts, me transporté de nuevo a los lugares que recorrimos, leerlo, hace eco en mí. Comparto parte de esa visión, del efecto “chupasangre” del colonialismo y la guerra, del aislamiento cruel de los animales de su hábitat; aunque creo que sí hay iniciativas de grupos y/o organizaciones que precisamente buscan cuidar especies en peligro, con razón, de nosotros mismos. Al igual que ustedes hemos tenido “hilos conductores” (recuerdas cómo te reíste con el término?) en el viaje, como conocer patrimonios de la humanidad, que de una u otra forma generan esfuerzos comunes en todas las personas para preservarlos; también hemos descubierto otros intereses. En estos momentos, deben estar haciendo el recorrido de 20 días por Nepal; deseamos de todo corazón que estén bien! Los quiero mucho!!

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