Uyuni, la última frontera

Llegamos a La Paz, la capital económica de Bolivia, el sábado 29 de agosto en la madrugada. El Alto, ubicado a 4.000 metros sobre el nivel del mar y lugar donde se encuentra el aeropuerto del mismo nombre, nos recibió con una mañana clara y menos fría de lo que esperábamos.

Aeropuerto El Alto La Paz
Aeropuerto El Alto La Paz

Nos hospedamos en el Hostal Sol Andino ubicado en la calle Aroma en pleno centro de la ciudad. En la mañana tuvimos tiempo de recorrer los alrededores atiborrados de almacenes de montaña, agencias de turismo y ventorillos de artesanías, todo al compás de las tradicionales mujeres bolivianas con sus túnicas de colores y sombrero de copa.

No paso mucho tiempo antes de darnos cuenta de que La Paz distaba mucho de las grandes urbes capitalinas del continente. Con escasos un millón de habitantes, la ciudad aún luce descolorida, resquebrajada y añeja, síntomas de una sociedad que ha sido curtida no sólo por la colonia sino también por tal vez la más mala clase de gobernantes y que ha llevado a este país a se uno de los más pobres del continente. No obstante, al hablar con algunos locales pude percibir un buen sentimiento de optimismo. Evo, el presidente que lleva ya 10 años en el poder, goza de buena popularidad en parte por haber controlado la explotación de recursos naturales por  las grandes compañías del mundo desarrollado.

En la tarde, tomamos un vuelo hacia Uyuni. Amaszonas, la única compañía aérea que vuela hasta esa ciudad, a precios exorbitantes, opera casi en exclusiva para extranjeros que buscan explorar el desierto de sal más extenso de todos, El Salar de Uyuni.
Tiempo atrás, Alex y yo pudimos conocer este lugar a través del viaje que realizaron tres buenos amigos, David Escobar, Eduardo Cárdenas y David Restrepo, por Suramérica. En sus fotografías pudimos apreciar un lugar inmenso de una belleza extraordinaria e inusual. Desde entonces, este lugar ha estado en nuestras mentes.

Llegamos a Uyuni al anochecer. Esta población, situada en el suroccidente de Bolivia y muy cerca a la frontera natural marcada por la cordillera de lo Andes entre Chile y Bolivia, vive y respira por el salar. En sus dos calles principales abundan los restaurantes de pasta y comida mexicana, las agencias de turismo que invitan a los viajeros a explorar el salar y una gran variedad de hostales. Calles creadas para los miles, tal vez millones de turistas, que por muchos años se han aventurado a llegar  hasta esta tierra lejana. Los precios del lugar son el perfecto reflejo de una economía de turismo perfeccionada a los largo de muchas décadas que, estando alejada de la capacidad adquisitiva de cualquier local, ha sabido canalizar estas divisas para hacer de la experiencia del salar algo inolvidable.

Nos presentamos al día siguiente en la puerta del la oficina de Red Planet, la agencia que luego de haber leído decenas de recomendaciones, escogimos para llevarnos por tres días al salar.

La primera parada fue en el Cementerio de Trenes al lado de lo que fue en otras épocas la segunda mina de plata mas grande del mundo, la mina de Mulacayo. Óscar, nuestro guía nos compartió cómo los españoles saquearon tanta plata de Bolivia que bien hubiesen podido construir un puente de plata hasta España. Con algo de tristeza, nos contó como perdieron el acceso al mar con Chile y cómo un presidente anterior había vendido las líneas férreas a este país para que luego fueran  estratégicamente abandonadas impidiendo así a Bolivia desarrollar su industria minera. En su discurso afloró la historia del Inca Atahualpa por el que su pueblo pago el equivalente a un cuarto lleno de oro por su libertad para que luego fuera degollado en presencia de todos por un bárbaro conquistador. Historias que siendo reales o tal vez leyenda han marcado nuestro pueblo andino que aún vive las consecuencias de una colonia bárbara y mezquina. Esa misma por la que España pudo ser una gran potencia a lo largo del oscurantismo medieval.

Una media hora mas tarde, llegamos a Colchani, un pueblo situado a orillas del gran salar que basa su economía en la producción de sal. Vimos como las personas locales extraen la sal de la planicie solo raspando la parte superficial, para luego someterla a un proceso de secado que tarda varias semanas. La molienda del mineral se hace en máquinas hechizas con partes de las antiguas locomotoras y ahí mismo le añaden el Yodo y lo empacan para su consumo final.

Nuestra siguiente parada fue el Hotel de Sal, construido hace varias décadas por un local y que ahora se encuentra cerrado para evitar el daño ambiental proveniente de los desperdicios de miles de turistas. Pudimos apreciar su interior y su fachada construidos con grandes bloques de sal que, como si fuesen hielo, son extraídos directamente de la superficie. Mas tarde veríamos este tipo de construcción replicada en muchas de las paradas que realizamos.

Continuamos adentrándonos en el salar hasta un lugar en el que el horizonte era difícil de distinguir. Todo era blanco y árido, carente de vida. Estuvimos una hora apreciando el paisaje, sintiendo el salar y tomando unas divertidas fotos muy características de los toures. Aquí nuestro guía nos explicó que el salar proviene de grandes lagos que existieron hace miles de años y con el efecto de la evaporación se formo este inmenso desierto de 12 mil kilómetros cuadrados y 200 metros de profundidad.

La siguiente parada fue la Isla Incahuasi en la que pudimos hacer una pequeña caminata y aprender que esta pequeña formación de un kilómetro cuadrado fue un volcán activo hace miles de años. La isla, plagada de grandes y milenarios cactus que solo crecen un centímetro por año, es el hogar también de pequeños colibríes que hacen la importante labor de polinización a lo largo de todos estos islotes volcánicos.

Luego de un espectacular atardecer, terminamos nuestro recorrido en el hostal Cachihuasi, situado en la pequeña población de Atulcha a orillas del salar.  Un lugar mas bien frío en el que la temperatura en el mes de junio llega a descender hasta los 25 grados bajo cero y que, teniendo este gran desierto en su despensa, se enfrenta a unas dificultades tremendas para sobrevivir.

Mas tarde envueltos de pies a cabeza en ropa térmica, liner y bolsas de dormir y acostados sobre un lecho de sal, no podíamos imaginar cuan duro sería para las personas locales soportar las inclemencias del invierno año tras año. Cierro los ojos y, como si hubiese estado corriendo todo el día, quedo privado hasta el amanecer del día siguiente.

Precios:

  • Hostal Sol Andino: 40 dólares por noche.
  • Hostal Oro Blanco: 40 dólares por noche.
  • Tour Red Planet: 190 dólares por persona, sin incluir el ingreso al parque Eduardo Avaroa, que cuesta 150 Bs por persona ni el ingreso a Incahuasi que cuesta 30 Bs cada uno.

Conoce aquí todo nuestro itinerario por Bolivia

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  1. Responder

    ricardovelezbravo

    que buen paseo mis llaves, pendiente del próximo resumen. cual fue la temperatura dentro del cuarto del hotel en el salar?

    1. Responder

      David P

      Hola Ricky…. No la medimos pero apenas estuvimos cómodos con nuestros sleeping bags de -18 grados. Esta no es la época más fría. En invierno, por esa zona, puede bajar hasta los -25 grados centígrados. ¡Abrazo!

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