Om mani padme hum – una mirada a Lhasa

[Lhasa, 1 y 2 de octubre de 2011]
Lhasa, arquitectura tradicional

Llegamos a Lhasa el 30 de septiembre cerca de las 10 de la noche. Nuestra guía*, nos esperaba a la salida de la estación de trenes. No tenía grandes expectativas sobre la ciudad, me imaginaba que el Potala Palace sería una construcción imponente, pero nada más, Lhasa de alguna manera era el punto de partida para nuestro cruce hacia Nepal y apenas recordaba vagamente algunas imágenes de la película “7 años en el Tíbet”.

Para ingresar a Tíbet no es suficiente la visa de China, se debe gestionar un permiso especial a través de una agencia de viajes, el trámite dura un par de semanas y el permiso lo piden desde el transporte que se tome para llegar a la ciudad. Los permisos están sujetos a la tensión política entre Tíbet y China, si ha habido alguna manifestación o problema importante no permiten que ningún extranjero ingrese. Esta agencia asigna un guía quien debe acompañar a los turistas a todos los templos y hacerse responsable por su comportamiento. Los turistas podemos caminar libremente por la ciudad, ir a los restaurantes o a los lugares públicos, pero nunca a los lugares religiosos.

La estación de trenes es moderna y enorme. Nuestra guía nos dio la bienvenida de la manera tradicional, con una bufanda de seda blanca (hada) y salimos en un recorrido de unos 20 minutos hacia la ciudad. El Potala Palace no se hizo esperar. En las noches la construcción está iluminada dándole una presencia monumental. Luego de recorrer varios hoteles buscando habitación, nos ubicaron en el Hotel Mandala, en el sector Barkhor (300 Yuan ~ USD 50 con desayuno).

Al siguiente día nuestra guía nos buscó a las 10 am en el hotel. Ubicado a penas a unos metros del Jokhang Temple y sobre la calle Barkhor con sólo cruzar la puerta comenzamos a ver miles de creyentes tibetanos que caminaban (siempre en el sentido de las manecillas del reloj) hacia el templo más antiguo y sagrado de Tíbet. Afuera vimos una escena impresionante que se repitió varias veces en diferentes lugares, los creyentes se postran una y otra vez (algo parecido al saludo al sol en yoga) durante horas afuera del templo, o hacen un recorrido alrededor (kora): se postran, se levantan, dan 3 pasos y repiten todo este proceso hasta completar una vuelta, lo cual les toma aproximadamente una hora.

Jokhang

Oh mani padme hum. El mantra tibetano se repite a nuestro alrededor una y otra vez en la voz baja de los creyentes, en canciones, escrito en la pared y en las ruedas de oración que rodean los templos o que llevan los peregrinos en la mano. David y yo nos descubríamos cantando el mantra aún sin darnos cuenta.

Luego visitamos 2 monasterios pequeños a los que normalmente no van los turistas: Ramoche y Tsepala Gang, también el templo Tsemonling el cual fue especialmente impactante, los pasillos estaban llenos de tibetanos, especialmente mujeres mayores, que oraban con gran recogimiento. En este lugar me sentí profundamente tranquila, de alguna manera contagiada con su espiritualidad.

Ramoche
Tsemonling
Tsemonling
Tsemonling

El budismo tibetano es diferente al budismo que vimos en Tailandia o Camboya. Sus prácticas están muy influenciadas por la India (país fronterizo con la región de Tíbet), por lo tanto la religión está llena de representaciones de Buda, quien adicionalmente consideran que ha reencarnado no sólo en el Dalai Lama, sino también en muchas otras imágenes y personas.

En los templos, los creyentes van recorriendo cada capilla, donde hay figuras o pinturas que representan a Buda o a los protectores guerreros, y ofrecen mantequilla de Yak, la cual van vertiendo en grandes “ollas” con mechas que sirven las veces de velas. El olor de los templos es muy característico, aromatizado por la mantequilla que es un producto muy importante para los tibetanos, también la usan para hacer su famoso té. Otra costumbre es ir poniendo billetes en las imágenes (normalmente pequeñas denominaciones, 10 centavos de Yuan que equivalen a unos $30 colombianos), aunque a veces en los templos principales o ante imágenes consideradas poderosas vimos billetes hasta de 100 Yuan ($30,000 col).

En la tarde visitamos el monasterio Drepung. Edificado en el siglo XV era la residencia del Dalai Lama antes de construir el Potala Palace y en una época albergó cerca de 7,000 monjes. Allí pudimos visitar la asamblea (es un gran salón donde se reúnen los monjes a orar y meditar), algunos templos y la cocina del monasterio. También es posible subir la colina adyacente donde hay budas esculpidos en la pared y el mantra escrito en sánscrito.

Drepung
Drepung
Drepung
Drepung
Drepung
Drepung
Drepung
David con un perro tibetano en Drepung

Al día siguiente visitamos el Potala Palace. Hay una cantidad limitada de tiquetes para turistas cada día y son asignados para una hora específica. El ingreso tiene fuertes medidas de seguridad (tipo aeropuerto) y los turistas sólo podemos estar allí por una hora (sin contar el tiempo en la parte externa). Muchos tibetanos también visitan el palacio, pero como un templo, por lo que no tienen que pagar ni se les limita su estadía. Se dice que hay más de 1,000 habitaciones, nosotros tal vez visitamos unas 50, incluyendo la habitación que ocupaba el Dalai Lama.

Potala
Potala
Potala
Potala
Potala
Potala

En la tarde estuvimos en el monasterio Sera (construido en 1419), donde adicionalmente se encuentra una importante escuela para los monjes tibetanos. En este monasterio pudimos observar hermosos mandalas de arena teñida (como los que en “7 años en el Tíbet” destruyen los soldados chinos con sólo caminar encima de ellos) y también los debates en los que monjes con más conocimiento evalúan a los monjes menos entrenados a manera de examen. La situación es bastante histriónica, los monjes evaluados están en un gran patio, sentados en el piso y los examinadores están de pie. Dependiendo de si la respuesta es correcta o no, el evaluador hace grandes gestos y movimientos algunas veces inclusive acompañados de gritos. Es algo sin duda interesante de apreciar.

Sera
Sera
Sera

Así terminaron nuestros 2 días en Lhasa, los cuales habríamos querido que fueran por lo menos 4 para poder visitar el palacio de verano, el museo tibetano y algunos otros monasterios y templos pequeños. Nuestra guía poseía unos conocimientos amplios sobre la religión y nos dio mucha información sobre sus costumbres y creencias. Ella misma, como una seguidora del budismo tibetano, observa sus costumbres, en los templos hacía algunas cortas oraciones, se acercaba a los monjes por su bendición y cuando no estaba hablando con nosotros la podíamos ver orando con una especie de “camándula” que llevan todos los creyentes.

Como pudimos comprobar, en ningún lugar hay imágenes del actual Dalai Lama (número 14), quien se encuentra en el exilio en India desde 1,959 cuando la ocupación China a este país tomó grandes proporciones debido a las manifestaciones de la población (ahora Tíbet es territorio autónomo de China). La versión China es que liberaron al pueblo tibetano de la esclavitud impuesta por los Lamas (siendo el Dalai la máxima figura, tanto espiritual como políticamente). La versión tibetana es que China invadió su país y lo anexó a su territorio. El Dalai no es reconocido por China, y cada vez que el mundo le hace algún reconocimiento (como el premio Nobel de la paz), China eleva su voz de protesta. Por ejemplo, mientras estuvimos acá, Sudáfrica le negó la visa, tal vez influenciado por la gran cantidad de contratos que China tiene en su país.

Hay militares chinos por todos lados

En general es un tema tabú y sólo pudimos sacar algunas conclusiones de lo poco que nuestra guía se atrevía a contarnos y realmente no la culpo, hay una fuerte presencia militar y policiaca China en cada calle de Tíbet y cualquier manifestación de apoyo al Dalai Lama es considerada un delito, tener una imagen suya (aún en privado) es castigado con cárcel.

Algunos opinan que la intervención de China sobre Tíbet ha traído desarrollo a la región con la construcción de autopistas (que sólo usan los chinos), escuelas (donde se enseña el comunismo y no las tradiciones tibetanas) y hospitales (que han reemplazado a la medicina traicional), sin embargo probablemente en un par de generaciones las tradiciones tibetanas desaparezcan ya que el gobierno de alguna forma está tomando control sobre la religión, los monjes cada vez tienen condiciones más difíciles, pues el gobierno recibe los ingresos de los monasterios, y esto hace que haya menos monjes.

Una vez muera el actual Dalai Lama (algo que en teoría el gobierno chino espera con ansias), de acuerdo con la tradición, el Panchen Lama (segundo Lama en importancia para el budismo tibetano) es quien debe identificar al niño que será la nueva reencarnación del Dalai muerto, sin embargo el Panchen Lama actual fue elegido por el gobierno chino (se dice que el Panchen que había sido escogido por el Dalai se encuentra “desaparecido” junto con su familia desde que tenía 6 años), por lo tanto de manera indirecta el próximo Dalai será nombrado por el gobierno.

Es evidente que los tibetanos no quieren a los chinos, cuando hicimos el cruce hacia Nepal ocurrió que vimos un carro con una llanta pinchada, unos 15 carros pararon a ayudarle (incluyendo el nuestro), media hora después vimos un carro volcado (!!!) y nadie paró ni siquiera a preguntar si estaban bien. El primero era tibetano y el segundo era chino.

Días después, ya en Nepal donde hay una gran comunidad de tibetanos en el exilio, leímos el libro del Dalai Lama “My Land & My People” donde relata los acontecimientos de su vida desde que fue elegido hasta unos años después de dejar Tíbet. Allí pudimos leer todo el proceso de invasión que vivió el país a partir de 1951. Históricamente Tíbet y China vivieron diferentes etapas de mutua invasión, sin embargo hay una línea geográfica que claramente divide a un país del otro, lo cual se ha reflejado durante siglos en su fisionomía, lenguaje, costumbres, arquitectura y religión. La invasión de los años 50’s estuvo acompañada de la imposición del sistema comunista que ya se había instaurado en China. De esta manera se justificaba la expropiación y redistribución de las tierras, el cobro de impuestos y la abolición de la religión, a través de la destrucción de monasterios, templos y malos tratos para los monjes.

El Dalai Lama estuvo durante 8 años intentando mediar en la situación. Con apenas 16 años cuando tuvo que asumir la dirección de su país, se dio cuenta de que Tíbet no podía pelear contra China, su situación de aislamiento frente al mundo los ponía en desventaja no sólo al tener un ejército pequeño sino también al contar con una infraestructura que era obsoleta comparada con el estado del resto del mundo en ese momento. Aunque Tíbet era un país autónomo, nunca había solicitado su reconocimiento ante las Naciones Unidas ni ningún otro organismo internacional, por lo que los países a quienes pidió ayuda (Estados Unidos, Inglaterra e India) dijeron no contar con los argumentos necesarios para enfrentarse a China.

Investigaciones internacionales posteriores han indicado que en Tíbet se cometió un genocidio y aunque no hay cifras exactas se suele afirmar que un millón doscientas mil personas han muerto como consecuencia directa de la invasión China (en 1950 había aproximadamente 6 millones de personas en Tíbet). Adicionalmente, el éxodo de tibetanos continúa aún hoy en día. Caminando a través de los Himalayas o contratando “guías” y transportes piratas, miles de personas llegan cada año a Nepal e India buscando mejores condiciones para su futuro y es especialmente desgarrador los casos de cientos de niños que son enviados por sus padres solos, buscando la manera de sobrevivir algunas veces durante meses antes de poder cruzar la frontera.

La situación es tan difícil para algunos tibetanos que en el 2011 (hasta octubre) 9 monjes se han quemado vivos como forma pública de protesta sobre la terrible situación de su país. China los ha calificado de terroristas que quieren destruir el comunismo y sin observadores internacionales o periodistas (quienes tienen prohibido el ingreso a Tíbet), es poco lo que conocemos en el resto del mundo.

Calles comerciales en Lhasa

Visitar Lhasa fue una gran oportunidad para mí. Conocer parcialmente su historia me abrió los ojos ante una realidad de la que poco conocía, como tantas otras que hemos descubierto en este viaje.

Aunque no soy una persona religiosa, sí me considero muy espiritual y me impactó mucho la manera en que los tibetanos viven su religión: con mucha intensidad. Lhasa es una ciudad que aún conserva gran parte de su arquitectura tradicional pero en la que se siente un recogimiento especial por los miles de creyentes en cada calle, templo o esquina.

No puedo expresar lo feliz que me sentí aquí, conmovida por su fe viva e intacta a través de los siglos, a pesar de haber perdido a su líder espiritual y del gran sufrimiento de la invasión China. Un lugar que me llevo en el corazón con especial gratitud por haberme permitido mirarlo, aunque sea sólo un poco.

Oh mani padme hum.
Oh mani padme hum.


 

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  1. Responder

    Fernando Fetecua

    Alexandra quiero felicitarla por excelente Blog, he leído detalladamente y me gusta la manera de contar el diari vivir de los dos, por otra parte no pensé la situación tan grave que se está viviendo en el Tíbet y sus conciudadanos, me voy a poner en la tarea de leer el libro del Dalai Lama.

    Un Saludo a David.

    1. Responder

      malaquita

      Hola Fernando, muchas gracias por tu comentario, me alegra mucho que te gusten nuestras historias! Ahora estoy leyendo otro libro del Dalai Lama que puede ser más completo porque cubre la historia antes y después de la ocupación China. Se llama Libertad en el Exilio. También nos leímos el libro original de 7 años en el Tíbet y es muy interesante no sólo por el contexto histórico de la invasión sino también por el relato de los 21 meses que les tomó llegar a Lhasa y todo lo que fue el cruce de los Himalayas. Un saludo, Alex

  2. Responder

    Alexandra castrillon

    David,Alex de todo l que han visitado lo que mas me ha encantado ha sido este lugar, pues creo que la paz interor que alli tuvieron fue muchisima al igual que el recogimiento, pues para mi todo lo espiritual me encanta, los felicito una vez mas y que Dios los siga llevando de la mano, abrazos

  3. Responder

    Fernando Fetecua

    Si Alexandra, créeme que las historias han sido bien interesantes para mi, porque están relacionando sus vivencias diarias con el contexto histórico de cada lugar que visitan.. Algo que me guste hacer en la vida es viajar y hacerlo de una manera metodológica muy parecida a la de ustedes..

    PDT: Simplemente pasaba por Facebook y no demorarme en Internet,, pero vi una publicación de David con el enlace a este Blog y ya llevo más de 45 minutos acá leyendo y viendo fotos… ! jajaja Que buen trabajo!!

  4. Responder

    Karlos Mario Cadavid

    Es emocionante como narran paso a paso el recorrido por estos mágicos lugares, la verdad solo dan ganas de ir y vivirlo en carne propia. Sigan disfrutando y saludos a David.

  5. Responder

    Mónica

    Wow!! Releí varias veces algunas partes de este post! Qué magnífica descripción. Debe ser impresionante ver todo esto, y sobre todo sentir su espiritualidad y recogimiento. Qué opresión tan horrosa; me aterra evidenciar el creciente poder chino en varios escenarios es lamentable! Gracias por compartir esta realidad tan desconocida para el mundo!

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