El circuito del Annapurna: nuestra travesía por los Himalayas

[Circuito del Annapurna, Nepal. Octubre 11 al 22 de 2011]

Uno de los momentos importantes de nuestro viaje era venir a Nepal y hacer alguno de los trekking en los Himalaya. David se encargó de evaluar las opciones y elegir la ruta: haríamos el Circuito del Annapurna. Los motivos para elegir esta ruta fueron varios: es una de las pocas rutas que no implica hacer el mismo recorrido de ida y vuelta, se puede iniciar y terminar en diferentes puntos, dependiendo del tiempo que se tenga, hay una gran cantidad de poblaciones en el camino (entre 1 y 3 horas entre sí) que ofrecen alojamiento, por lo tanto no se requiere carpa y como si fuera poco, se tiene una hermosa vista de varias montañas de la región Annapurna.

En los diferentes pueblos (algunos sólo son un par de hoteles) los precios de la comida y la habitación están estandarizados y van incrementándose en la medida en que se asciende en la montaña. Normalmente la habitación vale muy poco (un par de dólares) pero es obligatorio comer en el restaurante del hotel, donde cada comida vale en promedio unos 5 dólares por persona, nuestros gastos durante el trekking fueron en promedio de 40 dólares diarios (los dos).

El camino es muy fácil de seguir, ya que es la ruta que durante siglos han seguido las personas que viven en la región, sin embargo se pueden contratar guías, porteadores y caballos en prácticamente todos los pueblos. En nuestro caso lo hicimos por nuestra cuenta, cargando poco peso en los morrales y siguiendo nuestro itinerario al ritmo que nos dictaba el camino.

Aca esta la cronica de este hermoso camino, algunos dias relatado por Alex y otros dias por David.

Día 1: El camino comienza

Eran las 5:50 am y ya había abierto los ojos en la habitación del hotel Elbrus Home de Kathmandu. El día anterior habíamos acordado con un par de personas (un lituano y su hijo ruso) en compartir un taxi hasta la ciudad de Besi Sahar donde comenzaríamos la larga caminata de 210 km y 5.000 m de desnivel del circuito del Annapurna.

Esta sería nuestra primera caminata larga y entre los ruidos del alba y la respiración de Alex me preguntaba si la lograríamos terminar sanos y salvos.

No era para menos, pues aunque se dice que el circuito es uno de los mas bellos del mundo, trae también consigo algunos peligros.

A tan sólo 800 m.s.n.m. se proyecta en un ascenso en dirección a la montaña para sortear el paso Thorung La a 5.416 m.s.n.m, conocido como el paso de trekking más alto del mundo. Desde el inicio del recorrido bordea y cruza el río Marsyangdi, sorteando caminos rocosos, puentes colgantes y grandes riscos de piedra. Al final, su punto más alto, suele vencer a los caminantes en medio de un frío terrible y los dolores del mal de altura. Los rescates en helicóptero son frecuentes en esta zona. El recorrido que dura entre 15 y 21 días también suele poner a prueba a quienes los enfrentan con un peligroso descenso de 1.600 m de desnivel una vez sorteado el paso Thorung La. Adicionalmente, Alex y yo habíamos decidido hacer el recorrido por nuestra cuenta, sin guía ni porteadores y con el peso de nuestros morrales en los hombros, lo cual seguro le imprimiría una dificultad adicional a media que se hacía el paulatino ascenso. Cuál sería la recompensa a tan magnánimo esfuerzo? Un paisaje inimaginable y un sentimiento de triunfo que sólo los caminantes como nosotros podemos entender.

Muy puntual nos recogió el taxi a las 8 am y 5 horas más tarde llegamos a un pequeño caserío sobre la carretera llamado Besi Sahar. Durante el camino que trazaba un marcado descenso desde Kathmandu a 1.400 m.s.n.m. hasta Besisahar a 890, nos parecía increíble que en medio de un calor tropical típico de la selva colombiana, pudiéramos apreciar en el cielo al monte Manaslu en todo su esplendor a más de 8.000 metros de altura.

A eso de las 2:30 pm comenzó nuestro camino junto con los compañeros de taxi. El trayecto inicial sería por carretera destapada hasta la población de Bhulbhule y que pese a que muchos caminantes toman la opción de hacerlo en campero, nosotros optamos por hacerlo caminando. La belleza del paisaje afloró en todo su esplendor dejando ver un camino colmado por agua proveniente de la montaña y muchos lugares alrededor para darse un baño de aguas cristalinas en el río Marsyangdi. Al fondo permanecía imponente la figura del Manaslu, una gran montaña a más de 8.000 metros de altura.

A pesar de que nuestra guía de viaje pronosticaba un tiempo de tres horas para hacer esta primera parte del recorrido, a nosotros sólo nos tomó dos así que decidimos aprovechar los buenos ánimos y continuar un poco más adelante hasta el caserío de Ngadi situado a unos 13 km del punto de partida. Luego de pasar por Bhulbhule, la carretera se deshacía para dar inicio a un camino que de nuevo sorteaba varios pasos por el río y dejaba ver hermosas cascadas. Tranquilos pero acalorados, llegamos a Ngadi justo en el momento en que se escondían las últimas luces del día.

Una vez allí, pagamos un pequeño cuarto en un lodge literalmente al lado del río. El cuarto era bastante básico, con paredes de lata, pero suficiente para descansar después de una buena caminata. En ese mismo lugar, nos sirvieron un plato de arroz con pollo acompañado de te de jengibre con limón y miel. Allí, con nuestras linternas de cabeza y el sonido del agua, ya comenzábamos a sentirnos idos, lejanos y sobre todo muy expectantes de vivir una aventura que apenas comenzaba.

Muy atrás sentía mía días de ejecutivo, de reunión en reunión, de decenas de engalanados compromisos sociales. En esa cama rústica, con un colchón de espuma y un cuarto de lata, lucía despojado de todas las comodidades del mundo moderno, pero al mismos tiempo me sentía libre, feliz y pleno.

David P.

Día 2: Las terrazas de arroz

Despertamos a las 6 de la mañana en Ngadi, cobijados con nuestros sleeping bags de invierno, pues la noche anterior el viento que bajaba de las montañas heló nuestro cuarto . El camino del día comenzó a las 7:30 am en dirección a Bahundanda, situado a 1.720 m.s.n.m. Nos tomó dos horas subir la cuesta entre algunas cataratas y un par de puentes colgantes sobre el río. El sol era abrazador y llegamos exhaustos apenas para disfrutar de unas manzanas y una gaseosa fría. Continuamos hasta la población de Ghermu donde de acuerdo con nuestra guía Lonely Planet finalizaría el itinerario del día de hoy. Nos tomó un poco más de lo planeado llegar allí, entre numerosos descensos y ascensos. Este caserío no era muy grande, pero sus pequeñas casas se prolongaban a lo largo del camino, razón por la cual nos tomó por lo menos 30 minutos recorrerlo. El camino bordeaba la montaña y se pronunciaba algunas decenas de metros sobre el río en una hermosa travesía que de nuevo dejó ver algunas cascadas y muchas terrazas de cultivos de arroz. Nos pareció muy particular cómo los campesinos se las ingenian para construir estas plataformas en medio de la pendiente de la montaña y allí hacen las piscinas de agua necesarias para el cultivo de este cereal.

Una vez en Ghermu, vimos que era temprano y de nuevo los ánimos eran buenos, así que decidimos avanzar por otras dos horas para nuestro almuerzo en Jagat.

Para llegar allí, tuvimos que descender algunas decenas de metros para cruzar nuevamente el río a través de la población de Syange. Nos nos detuvimos allí, pero debimos de haberlo hecho, pues una hora antes de llegar a Jagat debimos tomar un pronunciado ascenso que nos cogió por sorpresa con el sol abrazador del medio día. No hubo sombra, nuestra agua se agotó y llegamos jadeando a eso de la 1:30 pm a nuestro destino. En el restaurante recomendado por Lonely Planet ordenamos de nuevo el tradicional Dal Bhat Set, la comida local compuesta por arroz, papa cocinada, rábanos y lentejas. Es una comida muy sabrosa que tiene la ventaja de poder repetir sin tener que pagar un costo adicional. En donde lo hemos ordenado, el cocinero se acerca cuando ya el plato esta medio vacío y generosamente sirve otra ración completa. Este plato fue nuestro almuerzo durante la mayoría de los días en los Annapurnas.

Con el estómago lleno y a eso de las 2:30 pm, continuamos nuestro camino hacia Chamche situado a tan sólo una hora de Jagat y a 29 km de nuestro punto de partida. Tomamos un refrescante baño y nos propusimos a tomar un merecido descanso tras siete horas y media de caminata.

Al final de la tarde, pude notar una pequeño dolor en mi rodilla derecha, la cual durante tres días seguidos tuve que cuidar con especial esmero para evitar una tendinitis. Durante los días posteriores, tuve que hacerme masajes con crema antiinflamatoria y tomar algunas pastillas al inicio y fin de cada jornada. Adicionalmente, durante varias noches apliqué compresas calientes y frías con el fin de evitar cualquier riesgo de inflamación. Gracias a ello, día a día el dolor fue desapareciendo hasta hacerse totalmente imperceptible en el día seis.

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David P.

Día 3: Caídas de agua

Tal
Tal

No eran aún las 5 am cuando los ruidos del hotel ya nos habían despertado. En un hotel con unas 30 habitaciones de paredes y piso de madera podíamos escuchar a todos los demás preparándose para iniciar el día. Tomamos el desayuno y comenzamos a caminar a las 7:20 am con la idea de llegar a Danakyu.

Luego de un pronunciado ascenso, llegamos a Tal, una hermosa población en medio de un valle formado por el lecho del río. Desde el paso alto de la montaña veíamos las hermosas casas pintadas de colores. En el camino pudimos ver cómo va avanzando la carretera que tal vez en pocos años entierre por completo este hermoso trekking. Hoy en día es posible llegar hasta Chamche en jeep, recortando dos días de caminata y 29 km al trayecto, pero la carretera sigue avanzando y como pudimos comprobar después ya sólo faltan algunos puntos para que todo esté conectado. Ahora son pocos los caminantes que empiezan en Besisahar como nosotros, la mayoría toma un transporte hasta Bhulbhule y evita compartir el camino con el rastro polvoriento que dejan los buses y jeeps a su paso. A cualquiera que piense hacer esta ruta en el futuro, le sugiero que la haga pronto, antes de que ya no valga la pena.

Mientras tanto, el método de abastecimiento de todos los pueblos (desde Chamche) es a lomo de mula… o de humano. Fueron incontables las veces en que nos cruzamos con los arrieros con sus “bestias”, las mujeres cargando el mercado en grandes canastos en la espalda o los vendedores que llevaban hasta 15 gallinas en un corral portátil, a manera de silleta.

Dia 3 – Porteadores

Luego de Tal cruzamos varias veces el río, imponente, de un color gris verdoso, alimentado permanentemente por las caídas de agua que se repiten cada pocos metros, algunas tan altas y fuertes como las montañas por las que bajan. Aprendiendo de la experiencia del día anterior, al medio día paramos a almorzar en Dharapani y aunque tuvimos que esperar más de una hora (exceso de turistas) retomamos el camino a la 1:20pm.

Apenas eran las 2:30 cuando llegamos a Danakyu. Allí era el lugar que nos habíamos propuesto alcanzar, pero aún estaba muy temprano como para detenernos. Era un pueblito tranquilo, con aire tibetano, casas de piedra y las ruedas de la oración. Luego de leer lo que decía la guía sobre el siguiente tramo (un ascenso casi vertical de 500m), revisar el mapa y preguntar a los locales, decidimos iniciar la marcha hacia Timang.

En efecto la ruta era muy empinada, subiendo por un camino de piedra y rodeado por un bosque de pinos. En este camino de nuevo vimos decenas de hombres y mujeres de todas las edades cargando en la espalda todo lo que necesitan para su diario vivir. A las 3:40 pm llegamos a Timang. El primer hotel que encontramos estaba construido hermosamente en piedra. Era un lugar pequeño y por el momento no tenía más huéspedes, lo que nos pareció perfecto en contraste con la nube de turistas de la noche anterior.

Alex

Día 4: Bosques de Pinos

El amanecer en Timang nos decepcionó con un cielo muy cubierto que hizo imposible ver la cima del Lamjung (6,983m), sin embargo, en la noche antes de irnos a dormir, la luna llena nos había permitido ver su perfil en medio del silencio que traen las montañas.

Al igual que los días anteriores, tomamos el desayuno a las 6:30 e iniciamos el camino a las 7:20. La meta del día era llegar a Pisang a 3,200m y 33 km de camino desde Timang. A cada paso los bosques de pinos se hacían cada vez más frecuentes y espesos. Al pasar por Thamchok, luego de bajar y subir un pequeño cañón, el paisaje, con el río Marsyangdi, los bosques y las pequeñas casas de piedra, era simplemente sacado de una postal. En este recorrido nos encontramos con un ciclista que venía haciendo la ruta a la inversa y en solitario, acompañado sólo por la bicicleta y un pequeño morral, definitivamente un reto para valientes el aventurarse por estos caminos maltrechos y pasar el Thorung Pass a 5,416 msnm en bicicleta.

Paramos en Koto para la revisión de los permisos: hay diferentes pueblos en los que se debe parar ya que verifican que la documentación esté en orden y dejan registro de quien pasa, lo cual puede ser importante para una evacuación o rescate. Luego paramos en Chame para abastecernos de agua. Aquí, como en el resto del mundo, las botellas plásticas son un problema de contaminación, nosotros como alternativa ecológica, tenemos un filtro de agua que hemos usado prácticamente en todo el viaje (incluyendo este trekking) y si nos quedamos cortos en el camino usamos los puntos de abastecimiento del parque, construidos con colaboración de Nueva Zelandia, son lugares donde venden agua potable para reenvasar.

Desde Chame el camino ascendía muy pausadamente entre manzanos hasta Bhratang, donde almorzamos. Al salir del pequeño caserío, una gran pared de piedra donde “tallaron” el camino y un viento fuerte nos hacían caminar muy despacio. Desde allí pudimos ver la impactante pared Swargadwari Danda, una roca cóncava de 1,500 m de alto, pulida de manera perfecta!

Dia 4 – Swargadwari Danda

Un nuevo ascenso entre bosques de pinos nos llevó hasta Pokhari y de allí iniciamos otra caminata en la que pudimos ver entre las nubes el Annapurna 2 (7,937msnm) hasta llegar a Pisang a las 3:30 pm, nuestro destino.

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Alex

Día 5: Panaderías alemanas

Dia 5 – Dal Bat

Salimos de Pisang a las 7:30 am. El camino comienza con un leve asenso hasta Narodhara, desde donde se puede ver un amplio valle donde está la población de Humde, la única en la parte norte del circuito que tiene aeropuerto. En el camino, aún rodeados de pinos pero cada vez en menor cantidad, pudimos ver un hermoso glaciar a lado izquierdo y por momentos pequeñas imágenes del Annapurna II, casi siempre cubierto por las nubes.

Al llegar a Humde compramos un delicioso pan de chocolate y tuvimos la oportunidad de ver por algunos minutos el pico Pisang (6,091 msnm) atrás de nosotros. Luego de pasar el puesto de control y tras una media hora llegamos a Mugje, donde nos tomamos un jugo de manzanas. Otra media hora después, en Bhraka, nos compramos un brownie de chocolate con nueces, cada vez eran más comunes las “panaderías alemanas”.

Pocos minutos después estábamos en Manang (3,540 msnm) nuestro destino del día. Allí nos recibieron con bufandas de seda blanca y té, ya que justo llegamos el día en que estaban celebrando el año del Turismo en Nepal. También nos midieron el nivel de oxígeno en la sangre, una forma de establecer si el cuerpo se está aclimatando bien, y nos dieron un cupón para una comida gratis en la noche.

Dia 5 – Annapurna III

Desde nuestro hotel teníamos una impresionante vista del Annapurna III y del Ganggapurna, justo en frente de nosotros. Asistimos a una conferencia sobre el mal de altura y al caer la tarde fuimos al monasterio donde estaban celebrando los eventos del festival.

Dia 5 – Ganggapurna

La comida ofrecida era el tradicional Dal Bat de Nepal, acompañado de carne de Yak cocida. Un bufete permitía que cada quien se sirviera y lentamente el gran salón se fue llenando de turistas, porteadores, guías y locales, sentados en el piso. La comida estaba deliciosa y fue suficiente para unas 300 personas que nos reunimos en el lugar. También hubo un espacio cultural en el que niñas y niños de diferentes colegios representaron las canciones y danzas típicos de la zona.

Un poco cansados nos fuimos hacia el hotel, no sin antes pasar de nuevo por una panadería, para comprar galletas de mantequilla de maní.

Alex

Día 6: Ruta errada

Comenzamos un poco mas tarde que de costumbre ya que nuestra intención era solo caminar unas 3.5 Horas para llegar a la población de Yak Karka y así continuar con nuestro lento proceso de aclimatación. Yak Karka era un punto ideal para descansar ya que estaba situado a una altura de 3.800 m.s.n.m justo unos cuantos cientos de metros por encima de Manang, lugar donde habíamos permanecido la noche anterior.

Al salir de Manang, apenas a unos pocos metros de distancia, vimos un sendero que a nuestro parecer nos acortaría algunas curvas en zig zag que daba el camino principal. Unos metros mas adelante, este sendero nos condujo a un camino que se dirigía al lago situado a unas horas de camino y a casi 5.000 metros de altura. Solo caímos en cuenta de nuestro error cuando 2 horas mas tarde llegamos a al caserío Khangsar, justo al otro lado de la montaña donde esta Yak Karka. Así pues, con la moral en el suelo, retomamos el camino de vuelta hacia Manang, lo que nos trajo un retraso de 3 horas, justo lo que teníamos en mente caminar el día de hoy. Antes de llegar a Manang pudimos divisar el camino correcto mas o menos a unos 150 metros de desnivel así que decidimos llegar a el a través de un escarpado y empinado camino que nos desgastó física y moralmente. Esta fue otra mala decisión del día, pues a esta altura, donde tu cuerpo se resiste a caminar y por su fuera poco con unos pesados morrales sobre nuestros hombros, se debe minimizar el esfuerzo físico así esto implique caminar un poco más. Ya era el medio día y Alex y yo llenos de sudor nos preguntábamos si sería mucho mejor devolvernos hacia Manang y retomar el camino hacia Yak Karka al día siguiente. Sin embargo, las ganas de avanzar y de no perder el día, nos impulsaron a continuar hasta llegar al destino planeado.

A eso de la una de la tarde, con un sol abrazador sobre nuestros hombros, Alex mermó el ritmo y comenzó a tener unas náuseas que nos obligaban a detenernos constantemente y ante la mas mínima pendiente. Traté de minimizar su esfuerzo cargando la mitad del peso de su morral así muy lentamente llegamos a Gunsang, un poblado de dos casas a 3.900 m.s.n.m ubicado justo en el risco de una gran roca. Una vez allí ordenamos un buen plato de Dal Bat y a eso de las 3 de la tarde continuamos nuestro camino hacia Yak Karka el cual a un paso constante aún se encontraba a dos horas. Pocos minutos transcurrieron hasta que Alex me dijo que no podía seguir, que se sentía muy cansada y que sus ganas de vomitar no se habían detenido, así que sin pensarlo dos veces, nos devolvimos hacia Gunsang y allí pagamos un cuarto con la mejor vista que habíamos tenido hasta entonces.

Preocupado de que Alex tuviese un inicio de mal de altura, la envolví en su sleeping bag y le dí media pastilla de Diamox, una droga muy usada por europeos para ayudar al cuerpo al proceso de aclimatación. Lo que hace este maravilloso medicamento es hacer que el cuerpo simule el comportamiento de uno aclimatado y para ello incrementa las pulsaciones cardiacas y la velocidad de la respiración con el fin de que equilibrar el nivel de oxígeno en la sangre.

Tomé un baño caliente y esperé pacientemente en la cocina del lugar en compañía de una pareja muy amable de israelitas que también habían decidido pasar la noche en el lugar.

En frente nuestro teníamos una vista asombrosa de la sección de los Himalayas conocida como los Annapurnas. Se dejaban ver en pleno esplendor los Annapurnas 2,3 y 4 y el Gannapurna con su espléndido glaciar. Y en lo alto pude apreciar sus cimas, todas ellas por encima de los 7.000 metros. Las observé muy detenidamente, mientras me sentía enormemente afortunado de tener la oportunidad de llegar hasta este lugar y poder con mis propios ojo apreciar estas grandes y majestuosas damas blancas.

Dia 6 – Ganggapurna desde la ventana de nuestro cuarto

El día terminó con un buen plato de arroz con vegetales en la cocina caliente junto con la dueña del lugar, su esposo y Raiyan un chico de Bangladesh que voluntariamente había acordado con la dueña pasar un mes de la temporada en ese lugar a cambio de su ayuda en los que haceres del día a a día. Pudimos ver como preparaban nuestra comida mientras esta dama de trenza hasta el final de la espalda y piel arrugada y tostada por el sol incandescente de las montañas repetía sin cesar el mantra tibetano: om mani padme jum. En este momento recordé las frías noches que de novios pasamos en la cabaña del Cisne en las montañas nevadas del parque nacional los nevados. Allí, a 4.000 metros de altura, con prendas menos técnicas que las que usamos hoy en día y bastante inexpertos, buscábamos en las noches el calor de la cocina de Doña Amparo mientras pensábamos horrorizados como diablos nos las arreglaríamos para pasar la noche en esos helados páramos. Como me alegra saber que años mas tarde nuestra escencia se conserva y, pese a la vida moderna y llena de comodidades que solemos llevar en la capital de la ciudad, seguimos disfrutando con la misma intensidad de las cosas que años atrás unieron nuestras vidas.

A las 8 de la noche una cama caliente nos dejó privados hasta el amanecer del día siguiente.

David P.

Día 7: Caos en la altura

Comenzamos a caminar, como de costumbre, a las 7 y 30 de la mañana. Habíamos pasado una noche cómoda y para nuestra fortuna Alex ya se sentía mucho mejor. Muy decidida y pese a mis protestas, volvió a tomar los kilos demás que el día anterior yo le había ayudado a cargar.

Nuestro plan era llegar a Thorung Pedi Base Camp, el penúltimo campamento antes de cruzar la montaña para, desde allí, cruzar por el paso Thorung La al día siguiente. No sería fácil, pues según nuestros cálculos, el camino duraría por 7 horas y haría un ascenso de mas de 600 metros de desnivel.

A las pocos minutos de camino, Alex que por precaución avanzaba un poco mas lento, pudo comprobar que el descanso del día anterior y el Diamox habían causado un efecto positivo en su cuerpo. Decididos y marcando un moderado pero constante paso, avanzamos hasta Yak Karka donde nos tomamos un alentador té de jengibre limón. Poco a poco fuimos rebasando algunos caminantes mientras notábamos un paisaje ausente de vegetación y totalmente desértico que seguramente nos acompañaría hasta el final del día siguiente. A lo lejos, en el horizonte, podíamos ver la montaña que debíamos cruzar con su famoso paso Thorung La, situado a 5.416 m.s.n.m.

A eso del medio día, cruzamos un puente y enfrentamos un fuerte ascenso que nos dejó ver en el horizonte el Thorung Pedi Base Camp construído en una saliente de una gran roca. Una hora mas tarde, cuando llegamos al lugar, pudimos notar un caos total en los dos lodges disponibles. Había una gran cantidad de caminantes que nunca habíamos notado y para muestra mala suerte ya no quedaban cuartos disponibles y nuestra única opción era dormir en los últimos dos lugares disponibles de un apestoso, frío y oscuro dormitorio que tenía un gran camarote de dos pisos donde habían dispuestas doce almuhadas. Era eso o descender, así que sin mucha consideración, tomamos las opción de dormir en ese lugar.

En medio de la gente, pudimos encontrar dos puestos en el restaurante donde tomamos nuestro almuerzo en compañía de una amable pareja de españoles con quienes mutuamente compartimos muchas aventuras de viaje. Hablamos mucho de nuestro viaje al Tíbet y a África y ellos nos compartieron sus aventuras en Indonesia, India y la frontera Indo-China-Pakistaní a 6.200 metros de altura y muy amablemente nos extendieron una invitación a hacer el largo trekking de los Pirineos entre España y Francia. También nos compartieron sus experiencias por el mundo Árabe y los países musulmanes donde practican el Islam. De nuevo mi mente voló hacia lugares desconocidos y comencé a vislumbrar un futuro viaje que nos lleve por Europa y Medio Oriente. Espero que la vida nos dé una nueva oportunidad de hacer otro largo viaje como este.

Pasamos la tarde con Susana y Pablo mientras veíamos por la ventanas del restaurante la nieve que caía y comenzaba a adornar el paisaje. El clima, a 4.540 m.s.n.m no es nada amigable y, desde las horas del alba ya presagiábamos una noche nada fácil.

Eran la 9 menos cuarto cuando decidimos irnos a dormir. Para nuestra sorpresa mi espacio en el camarote ya había sido ocupado por otro caminante. Protesté, pero el idiota simplemente miró hacia un lado. Acto seguido fui a hablar con el Manager del lugar y este simplemente me dijo que no me preocupara, que él me descontaría la mitad del valor de la cama. Jajaja que buen humor el de este hombre a 4.540 metros de altura y una temperatura bajo cero, dije para mis adentros. No habiendo otra opción, fui al dormitorio y estrujé un poco para poderme hacer un nuevo espacio.

Pasamos una noche muy ligera, sin poder conciliar un sueños profundo y despertándonos cada hora. Los que han dormido a esa altura saben que nos es fácil soportar la sensación de respirar el aire ligero de las montañas y muchas veces el insomnio, pese al cansancio que puedas tener, es una de las consecuencias más sutiles pero más molestas. Además, el aire podrido del cuarto plagado de 13 caminantes sudorientos y mal olientes no ayudaba mucho. Era tal la situación que pese al frío recrudecerdor de la noche, nos vimos en la obligación de abrir una gran ventana que heló mi cara y secó mi garganta durante las 7 horas que estuvimos en ese lugar.

David P.

Día 8: El Paso

Desde la 3:30 de la madrugada comenzaron a despertarse algunos caminantes que decididos, querían emprender el camino lo antes posible. Nuestra meta era salir a las 6 am para no tener que soportar el frío de comenzar una recorrido aún lejos del amanecer.

A eso de las 5 am ya nos encontrábamos tamando nuestro desayuno en el restaurante, vestidos como momias con varias capas de ropa: interiores térmicos superior e inferior, camisa manga larga transpirable, chaqueta Polar, rompimientos, guantes térmicos, pantalón transpirable, pantalón impermeable para cortar el viento, gorro térmico y polainas sobre nuestras botas.

A las 6 menos cuarto comenzó nuestro camino. A lo lejos veíamos las luces de los primeros caminantes mientras nosotros avanzábamos decididamente sin usar nuestras lámparas de cabeza, pues las primeras luces del alba ya comenzaban a aparecer. Sobre nuestra espalda podíamos observar Los Annapurnas totalmente majestuosos y decorados con un sol joven color naranja. Durante la primera hora de ascenso pudimos ver tres hermosos antílopes que pastaban sobre un terreno seco provisto de algunos hierbajos. Eran definitivamente un buen presagio ya que son prácticamente imposibles de ver.

Nos tomó una hora llegar al High Camp, un lodge de cinco cuartos situado en el collado de la montaña. En ese lugar, Alex me comentó que le dolía mucho el estómago y yo sin dudarlo mucho volví a cargar parte del peso de su morral para hacerle a ella un ascenso mucho más llevadero. En esta ocasión me sentía totalmente opuesto a como me sentía en el Kilimanjaro. Me sentía fuerte, saludable, con ánimos, hasta tal punto que le dije a Alex que la podía remolcar con una cuerda hasta la cima. Ella muy valientemente se negó, pero me propuso ir muy despacio.

Así, muy decididamente con un paso lento, pero con mucha determinación ella tras de mi avanzamos constantemente el uno con el otro sin mencionar una sola palabra. Los dos en silencio concentrados en cada paso, en cada respiro, en un paisaje blanco rodeado de las montañas mas altas del planeta, disfrutando de la paz inexplicable que traen estas cumbres. En el camino íbamos dejando caminantes desmadejados por el casancio y nuestra sensación de júbilo aumentó cuando a las 3 horas y 40 minutos vimos unas banderas tibetanas que nos decían que ya estábamos a 15 minutos de la cima.

No pude evitar acelerar el paso hasta culminar el recorrido y una vez allí esperé a Alex con los brazos abiertos que ascendía los últimos metros con la misma determinación de los primeros pasos de la mañana.

Un gran abrazo la recibó en el punto más alto de este recorrido, situado a 5.416 m.s.n.m y allí lloramos, esta vez no de dolor como lo hicimos meses atrás en el punto mas alto de África, la cima del Kilimanjaro a 5.800 m.s.n.m, sino de alegría por haber logrado cumplir un reto que nos habíamos impuesto muchos años atrás.

Como un flashback pasaron por mi mente las cascadas, los campos de arroz, el bosque de pinos, los picos nevados despidiendo el día, la morrena del ascenso, la nieve del camino, los antílopes. Sentí que recordaría ese momento por el resto de mi vida y con él estarían los hermosos y maravillosos días de trekking en los que anduvimos a nuestro libre albedrío por las montañas Nepalesas, las más altas del mundo. Me alegré infinitamente de poderlo compartir con la persona que amo. Allí, a 5.416 m.s.n.m con un viento helado y un paisaje enmudecedor pude entender que los grandes propósitos tienen sentido cuando no sólo el punto final es importante sino que también lo es su recorrido.

Pensé en cuando extrañaba a mi familia a miles de km de distancia, especialmente a mi papá a quien por estar acá no pude felicitar en su día de cumpleaños. Pese a la lejanía, supe que el viento de esta montaña es también el viento de las cumbres de Colombia y a través de él pude percibir una conexión que me acercó a mis padres y hermanos. Pude notar cuanto admiraba a la gran mujer que tenía a mi lado. Que valiente era al acompañarme en estas empresas y cómo con una mente mas determinada que cualquiera era capaz de superar los exigentes retos físicos de nuestras aventuras. Mis carreras me han enseñado a andar no por horas, sino por días seguidos sin parar. Por eso el mérito de mi esfuerzo definitivamente palidecía al lado del esfuerzo de Alex, que llegó a la cima mas por su mente que por sus propias piernas.

Un te caliente pudo aplacar un poco nuestro frío antes de comenzar el largo descenso de 1.600 m de desnivel hasta la población de Mukinath, donde esperábamos pasar la noche.

Tres horas mas tarde llegábamos a este pequeño pueblo que, situado a 3.900 m.s.n.m, ya nos parecía bastante cálido comparado con el clima de los dos días anteriores. Como piedras caímos postrados por 13 horas en una húmeda habitación del hotel Bob Marley. El agotamiento de los días previos se materializaba pero la felicidad no cabía en nuestros corazones.

Que gran aventura.

Saludos,

David P.

Día 9: decisiones

Este día fue particular porque decidimos cortar una parte del recorrido para retomarlo unos 50 km mas adelante. No fue por cansancio que lo hicimos, pues estábamos completamente enteros y con ánimos de seguir caminando otros tantos días. Lo que sucedió es que en este punto el recorrido se torna bastante aburridor ya que lo que era una trocha tiene ahora un carretera maltrecha pero suficiente para el tránsito se vehículos 4×4 y de buses. Así pues, quisimos evitar caminar por esta polvorienta carretera, para lo cual tomamos un jeep a Jomson, luego otro a Gansa y de ahí un bus a Totopani, donde podíamos retomar un camino que por tres días nos llevaría hasta nuestro destino final en la población de Nayapul.

Nos tomó todo el día hacer esta travesía que tuvo algunos por menores. En el tramo de Jomson a Gansa, el carro rompió el chasis y por lo cual tuvimos que esperar por casi dos horas a que llegara uno de reemplazo. Este impace hizo que tuviéramos que tomar muy tarde el bus hacia Totopani, lo cual nos pareció bastante peligroso por lo escarpado de la carretera. Alex y yo íbamos apretujados en un puesto sobre la espalda del conductor y en silencio nuestras manos se cogían cuando veíamos hondos precipicios apenas a unos centímetros de nosotros. Nuestro estrés contrastaba con el de un grupo de porteadores ubicados en la banca de atrás que cantaban a grito herido las canciones locales que sonaban por los parlantes del automotor. A las 8 de la noche llegamos a Totopani mas cansados que de lo que solemos llegar luego de varias horas de trekking. El lugar atestaba de gente y no habían muchas opciones de alojamiento. Por obligación y necesidad optamos por quedarnos en un horrible cuarto plagado de bichos en el hotel Dhallagri. Era lo único que había disponible.

Estar en estas montañas tiene su precio.

Saludos,

David P.

Día 10: Descanso

Dia 10 – Nilgiri

Desde la noche anterior habíamos decidido hacer un stop y tomarnos este día antes de enfrentar las últimas tres jornadas de caminata. El manger del hotel nos había prometido un cuarto mucho mejor y por lo tanto muy temprano nos mudamos a una pequeña casa en medio de un jardín de naranjas. La habitación lucía mucho mejor y además tenía un baño privado, un privilegio del que ya nos habíamos olvidado.

Utilizamos el tiempo para pasear por las 20 o 30 casas del lugar, hacer lavandería, leer mucho y darle forma a esta crónica en la pequeña pantalla del iPhone de Alex. El día culminó muy tranquilamente con una cena compuesta por lasagne, cerveza y pastel de café.

Nos esperaba al día siguiente un fuerte ascenso de 1.700 metros de desnivel que nos tomaría por lo menos 7 horas en rebasar.

David P.

Día 11: El último ascenso

Salimos de Tatopani alrededor de las 7:20 am. Cogimos la carretera principal y 20 minutos más tarde cruzamos el río por un puente colgante que nos llevó al camino hacia la población de Ghorepani, nuestro destino planeado para el día de hoy.

Algo de lluvia y un cielo bastante nublado, presagiaban que la jornada de hoy no sería nada fácil. Pero los caminantes estamos preparados para la exposición a los elementos, así que simplemente guardamos uno de nuestros trekking poles para poder sostener cómodamente unas pequeñas sombrillas que cargábamos con nosotros. Puede sonar raro, pero en algunas ocasiones una sombrilla es mas útil que una chaqueta impermeable ya que permite caminar mucho más aireado sin la acumulación de tanto sudor.

El camino que enfrentaríamos tenía algo de especial y es que es nada más y nada menos que el ascenso más largo de todo el circuito del Annapurna, con casi 1.800 m de desnivel. Después del tramo de Thorung La , este es el recorrido más difícil.

Con la energía acumulada por el descanso del día anterior, asumimos con entereza los primeros escalones que se prolongaron por casi una hora y nos llevaron a Ghara, unos 500 metros por encima de Tatopani. Sin detenernos, continuamos hasta alcanzar Shika en las primeras 2:30 horas de camino y allí, exhaustos y llenos de sudor tomamos una pequeña pausa para tomar una Sprite acompañada de una barra de chocolate Twix.

Ya sin lluvia, el camino continuaba por el filo de la montaña, entre escalones, piedras, trochas. La contante siempre era una prolongado ascenso sin el menor repecho, que parecía no tener fin. Dos horas más tarde y tras un ascenso constante, la población de Chitre nos dió la bienvenida, situada a 2.350 m.s.n.m. Ya era el medio día y por lo tanto nos detuvimos en el primer restaurante que vimos para comer un gran plato del tradicional Dal Bat. Ya estábamos cerca, la señora de la casa nos dio la buena noticia de que ya sólo faltaba 1 hora y media para llegar a Ghorepani, nuestro destino final.

Este último trayecto nos pareció bastante pesado, pues constaba de unas escaleras de piedra bastante maltrechas y muy empinadas que cortaron nuestro aliento por 1 hora y 20 minutos.

Ya eran cerca de las dos de la tarde cuando alcanzamos Ghorepani, situado a 2.870 m.s.n.m., el punto mas alto del recorrido del día de hoy y el que marca el final del ascenso más pronunciado del circuito del Annapurna y que muchos caminantes ya exhaustos por los trajines de los días anteriores, deciden no hacer.

Mientras ascendíamos lentamente, pero con paso decidido y constante, pensaba en cuánto habíamos avanzado físicamente en este trekking y que tras los días de largas caminatas, la pasaríamos muy bien en Nueva Zalandia.

Hoy completamos exactamente 200 kilómetros de recorrido y 11 días de caminata. Parece mucho. Sin embargo, sentimos que nuestros cuerpos ya se han acostumbrado al trajín el día de un trekking. Los ascensos, los descensos, las pequeñas ampollas, los dolores musculares ya son cosa del día a día que llegan a pasar desapercibidas.

En medio de estas montañas, a días de camino de lo que nosotros conocemos como civilización, siento que podría pasar toda mi vida caminando.

Saludos,

David P

Día 12: El esplendor del Annapurna

Atras de David Annapurna I, AnnapurnaSur

Muy en contra de mi voluntad, David me convenció de levantarme cuando apenas eran las 5:00 de la mañana para ir a ver el amanecer en Poon Hill, un cerro de 3,193 msnm a una hora de camino desde Ghorepani.

Llevamos con nosotros apenas lo indispensable: una botella de agua, unas galletas cliff, la cámara, las linternas y protección contra el frío. A las 5:15 salimos del hotel y empezamos a seguir las luces de quienes afortunadamente sí sabían por dónde llegar a la montaña. Muy pronto nos encontrábamos en medio de una “peregrinación” de turistas, como las que habíamos vivido en el Kilimanjaro. Cientos de personas subían a la montaña a esta hora. Intentando avanzar un poco en medio de quienes caminaban a paso muy lento, nos aventurábamos a tomar atajos o acelerar cuando veíamos la oportunidad.

Los ‘Dhaulagiris’

Logramos llegar a la cima un poco antes de las 6 de la mañana, cuando el día apenas estaba aclarando. WOW! no podíamos creerlo, desde allí se tenía una visibilidad perfecta de las montañas que comprenden la zona del Annapurna. De izquierda a derecha pudimos ver las montañas Gurja (7,193m), Dhaulagiri IV (7,661m), Dhaulagiri V (7,618m), Dhaulagiri III (7,715m), Dhaulagiri II (7,751m), Dhaulagiri (8,172m), Tukche (6,920m), Dhampus (6,012m), Nilgiri (7,061m), Annapurna I (8,091m), Annapurna Sur (7,219m), Hlunchuli (6,441m), Gangapurna (7,455m) y Machhapuchhre (6,997m).

Dhaulagiri I

Era la primera vez en todo el recorrido que veíamos el Annapurna I, esquivo durante todo el circuito. Nos tomamos un té caliente y durante una hora nos embelesamos con la belleza de estas montañas, a pesar del profundo frío que sentíamos especialmente en las manos. La bajada nos tomó menos de media hora, ya con plena luz pudimos seguir disfrutando de las montañas. Qué increíble grandeza. Qué sorpresa tan impactante. Estamos seguros de que el día anterior habría sido imposible ver las montañas y nosotros, sin planearlo y sin saberlo, estuvimos allí justo en un día perfecto, sin la más mínima nube.

Machhapuchhre

Luego de desayunar y empacar todo, comenzó nuestro último día de trekking en estas montañas. Nuestra meta era llegar a Pokhara, para lo cual tendríamos que bajar más de 1,800 metros en un día… No se imaginan cuánto odio bajar! Subir me parece divertido, estimulante, retador. Cuando bajo voy a pasos temblorosos pensando que voy a caerme y se me hace eterno. Pues bien, esta sí que fue una bajada eterna. Desde Ghorepani se inicia el descenso entre un bosque lleno de árboles y musgo. Al acercarse a Ban Thanti, comienzan unas escaleras de piedra que no terminan hasta llegar a Tikhedhungga, una parte del camino “quiebra-rodillas”. Desde allí el descenso es algo menos pronunciado, por una carretera que aún no está en uso, hasta Birethanti. El descenso de apenas 11 km nos tomó 6 horas! Caminamos hasta Nayapul desde donde tomamos un taxi hacia Pokhara (1 hora, 20 dólares).

Así culminó nuestro trekking en el Circuito del Annapurna. Una oportunidad única de encontrarnos con estas hermosas montañas, con nosotros mismos, el uno con el otro. Viviendo una vida sencilla de caminantes, comiendo arroz con lentejas, durmiendo en alojamientos muy básicos, escuchando nuestro cuerpo en su proceso de aclimatación, puedo afirmar que fuimos muy felices, una vez más descubrimos que en la vida necesitamos muy poco, aunque todo el tiempo estemos buscando tener mucho.

Gracias a todos por acompañarnos espiritualmente en este viaje y en este post, más largo de lo acostumbrado.

Alex

 

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  1. Responder

    Andrés Felipe

    Este post debería tener un botón llamado: “I Like… A LOT”

  2. Responder

    jcleguizamon

    Me quedé como mes y medio atrasado en las lecturas, pero ya voy retomando.
    Este libro, digo post, está increible, fue particularmente emocionante el día 8. Los sigo acompañando.

    1. Responder

      malaquita

      Ya te estábamos extrañando 🙂

  3. Responder

    Mónica

    Qué impresionante esta aventura!!! Me consumió la lectura!! Alex, qué valiente y qué fuerte eres! David, qué sueños tan grandes cumplidos! Sugiero que escriban un post con recomendaciones para caminantes, como un manual para dummies con lecciones básicas pero esenciales! Pero bueno, estos hoteles estaban tan terribles como los de África? Me antojé montones de hacer este trekking, pero creo que se requiere mucha preparación… Como siempre los admiro por este logro tan grande! Los quiero mucho y felicidadesssss!

  4. Responder

    Pablo

    Hola, soy Pablo y me nombras junto a Susana por haber estado en el Thorung Pedi Base Camp en la tarde noche del día siete. Viaje excepcional con recuerdos maravillosos y la sensación del trabajo hecho al conseguir atravesar el paso a 5.416 metros. Recuerdos para ambos!

  5. Responder

    Erika Reybol

    Muchas gracias por escribir, haré Annapurna el próximo mes con mi novio estoy muy emocionada, tienes una lista de tips para empacar?? Saludos y felicidades!

    1. Responder

      Alexandra C

      Hola Erika, ¡excelente opción! Nosotros quedamos enamorados y con ganas de volver. En nuestro caso hicimos el circuito por nuestra cuenta (sin guía) así es que dimos prioridad a ir livianos (aprox. 10 kg cada uno). Llevamos: sleeping bag, un pantalón de trekking, un pantalón impermeable, dos camisetas manga corta y una manga larga (de material transpirable y de secado rápido), dos busos térmicos (uno delgado y uno grueso), ropa interior térmica, una chaqueta impermeable, dos pares de medias de trekking, unas botas, unas sandalias, un gorro térmico, una gorra, un buff, una sombrilla, un pequeño botiquín e implementos de aseo (incluyendo una toalla de micro fibra). Si te falta algo o no lo consigues antes del viaje lo puedes comprar en Katmandú. Debes también llevar tu botella de agua ya que se pide a los caminantes que no compren botellas desechables, en los diferentes pueblos puedes abastecerte o también puedes llevar algún sistema de purificación. Déjame saber sí tienes dudas extra y por fa compártenos tus impresiones cuando vuelvas. Alex

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