Laguna Chiar Khota

Explorando La Cordillera Real

Bolivia, del 6 al 10 de septiembre de 2015

Bolivia es un país de grandes cumbres decoradas por las nieves perpetuas de la cordillera de los Andes que, una vez allí, toma todo su esplendor con grandes y épicas montañas que rasgan los cielos por encima de los 6 mil metros sobre el nivel del mar.

Días atrás, en el pequeño centro de La Paz, pudimos sentir el ambiente montañista del país. Múltiples tiendas ofreciendo equipo de montaña de las mejores marcas, decenas de carteles promocionando excursiones y muchos turistas, como nosotros, recorriendo las calles usando una que otra prenda de montaña, de esas inconfundibles que sólo podemos reconocer quienes hemos, alguna vez, explorado las altas cumbres de la naturaleza.

Nuestro plan había comenzado meses atrás al contactar a Eduardo, dueño de Bolivian Mountain Guides y uno de los guías de alta montaña más reconocidos del país. Nuestro itinerario de 1,000 dólares (los dos), incluiría una caminata de 4 días por las montañas y el ascenso al Huayna Potosí el día 5 a 6,080 m.s.n.m.

Cuando llegamos a La Paz, lo primero que hicimos fue buscarlo para probar nuestro equipo. Todo en orden, salvo que quisimos modificar nuestro itinerario inicial para poder aprovechar unos días más en la selva de Rurrenabaque, con lo cual Eduardo no tuvo ningún inconveniente. Puedo decir que conocerle fue una experiencia sensacional. Este personaje que desde los ocho años recorre las cumbres de Bolivia, nos contó como una vez, a sus 12 años y en compañía de su hermano, encontró los restos de un avión estadounidense que, accidentado en esta cumbres andinas, contenía información militar importante relacionada con una posible invasión de Chile a Argentina. Hecho que, según él, le fue suficiente a los argentinas para descuidar sus preciadas islas Malvinas que luego sucumbieron ante la fuerza del imperio británico. ¿Verdad? ¿Mentira? Es no lo sé ni me importa. Lo más importante para mi en ese momento, era que Eduardo era una persona en la que podíamos confiar.

Fue así como el domingo 6 de septiembre, Eduardo nos recogió en su camioneta para acercarnos a la montaña y hacer la primera parte de la caminata. Nuestro acuerdo fue estar en compañía de Felix, guía y cocinero, durante los primeros y días más tarde Eduardo se uniría para guiarme a la cima del Huayna Potosí.

 

DÍA 1: La Paz – Ajuani – Laguna Chiar khota

Tras unas tres horas en la camioneta, llegamos a Ajuani, lugar donde iniciamos el camino hacia la Laguna Chiar Khota, el que sería nuestro punto de campamento por las siguientes dos noches. Luego de tomar el té y empacar los víveres y equipo en un par de burros, ascendimos por un camino quebrado en el que pudimos apreciar una paisaje más que impresionante. Sólo un par de horas nos tomó llegar a nuestro punto de camping, por lo que tuvimos toda la tarde para aclimatarnos, algo sumamente necesario para manejar los a 4,700 m.s.n.m. en el que nos encontrábamos.

El lugar es literalmente un paraíso de alta montaña, similar a la Laguna de la Plaza en el Parque del Cocuy Colombia, es el punto de reunión de 6 hermosos picos, el Austria, El Cóndor, El Tarija, El Pequeño Alpamallo, El Ilusion y la Ajuga Negra.

DIA 2: Pico Austria

Nuestro día comenzó menos temprano que de costumbre. Ya estábamos despiertos cuando Félix nos llamó para tomar el desayuno. A eso de las 9 de la mañana comenzamos el ascenso suave al pico Austria, una de las joyas que adorna la Laguna Chiar Khota. Si bien, ascender el pico implica un esfuerzo considerable especialmente debido a la altura y a los fríos vientos que azotan algunos puntos del recorrido, es un ascenso simple que no requiere del uso de ningún equipo especializado, como cuerda, arnés, piolets y crampones. Cuatro horas nos tomó subir y bajar. El día estaba soleado y cálido pero, justo en la cima, a 5.375 m.s.n.m, tuvimos que soportar una fuerte ventisca de hielo que nos obligó a descender rápidamente.

Terminamos el día celebrando con una buena cena, al son de las historias de guianza de Félix que, tras 20 años de arduo trabajo, se conoce todos los caminos de La Cordillera Real como si fueran las líneas de la palma de su mano.

DÍA 3: Campamento María Lloco:

Tras una noche un poco más tranquila que la anterior, indicio de un buen proceso de aclimatación, comenzamos el recorrido de unas 8 horas que nos separaba de nuestro próximo campamento, María Lloco. El camino fue lento, con dos pasos de montaña importantes, ambos por encima de los 5 mil metros y un largo descenso de morrena y pastizales. Como los días anteriores, el clima estuvo bien, soleado la mayor parte del tiempo y con algunos vientos fuertes.

Llegamos a María Lloco al caer la tarde. El lugar se encuentra en el valle de la cara Norte del Huayna Potosí y está dotado de un par de cabañas, una de la cuales usamos como cocina. Ese día sentimos de verdad el frío de la montaña que tal vez por estar cerca del gran Huayna, recibe un clima gélido en el cual nos fue bien difícil encontrar comfort. Nuestros pies estuvieron helados casi todo el tiempo y nada sirvió para calentarlos, pese a que estuvimos un buen rato en la pequeña cabaña de la cocina y luego frotándolos en nuestra carpa. Recuerdo que esa noche tuve mucha dificultar para dormir, me sentí un poco asfixiado y mal del estómago. En definitiva un mal presagio para la cima que enfrentaría la noche siguiente.

DIA 4: Campamento Alto Huayna Potosí:

Luego de una noche más bien fría y por lo tanto un tanto incómoda, nos levantamos muy animados para afrontar la siguiente aventura de esta travesía. Tendríamos una caminata corta, la mayor parte en ascenso, hasta encontrarnos con una carretera donde Eduardo nos recogería para acercarnos en su camioneta hacia el campamento base el Huayna Potosí. Una vez allí, ascenderíamos las casi dos horas al campamento Alto y de allí nos prepararíamos para el ascenso a la cima.

El primer tramo hacia la carretera, no presentó ningún tipo de dificultad salvo por los casi 50 minutos que estuvimos esperando a que Eduardo nos recogiera, pues aunque hacía bastante sol, el viento fuerte sumado a la zona totalmente desprovista de un posible resguardo, nos hizo pasar un helado y mal momento.

El ascenso al campamento alto sí que fue toda una aventura. Sumamente empinado, con bastante roca, arena, nieve y hielo, presentaba tramos de gran dificultad. Las características del camino no se prestaban para que se pudiera enfrentar con crampones. Para mí la dificultad fue mayor ya que erróneamente, para alivianar peso, decidí dejar mis botas de trekking y hacer el tramo con botas rígidas. Entre resbalones, viento y frío, llegamos al hermoso chalet del Campo Alto Roca, situado a 5.130 m.s.n.m, donde dormiría unas cuantas horas antes de enfrentar el gran reto de la cima.

El lugar estaba lleno de otros turistas que venían en tres grandes grupos. Pude identificar españoles, canadienses, ingleses y algunos franceses. En el gran cuarto donde dormiríamos, se podía respirar una gran tensión. Algunos agazapados en sus bolsas de dormir, seguramente tratando de comprender las extrañas sensaciones del cuerpo cuando es sometido a la altura, otro par enfermos y el resto vociferando acerca de lo que deberían hacer o no. Alex y yo, un poco más tranquilos, decidimos pasar la tarde fuera de ese gran habitáculo, simplemente apreciando el paisaje y haciendo cortas caminatas. A eso de las 5 de la tarde, cuando comenzaba a oscurecer, el viento y el frío eran más intensos que nunca pero, al contrario de la noche anterior, ambos nos sentíamos perfectamente a gusto en aquel lugar. Yo, estaba listo para el gran día, La cima.

DÍA 5: La Cima:

El reloj marcaba la media noche y ya algunos montañistas se preparaban para el ascenso. Yo había planeado una hora más de sueño, pero con todo el movimiento se me hacía imposible dormir de nuevo.  Alex estaba a mi lado, expectante. Ella no ascendería a la cima. No porque se sintiera mal, sino porque así lo había decidido días atrás cuando planeamos el itinerario con Eduardo.

Me sentía descansado, y recargado al 100% a pesar de las escasas 3 o menos horas de sueño profundo que tuve. Aún desde el calor y comodidad de mi bolsa de dormir, quería salir lo más rápido posible. No podía hacerlo, Eduardo, quien no había ascendido con nosotros al campamento, me recogería a la 1:30 AM.

Ropa interior térmica, camiseta manga larga, buzo Polartec, dos pares de medias, pantalón impermeable,  chaqueta rompevientos, buff, gorro Poltartec, chaqueta de plumas, dos pares de guantes, pantalón transpirable, polainas, botas rígidas, crampones, piolet, arnés, un ocho y dos mosquetones, casco de montaña, headlamp, un trekking pole y un morral de 35 litros, componían mi ropa y equipo para para el ascenso. Ataviado con la mayoría de las cosas, tuve que ver salir a todos los otros montañistas mientras esperaba a Eduardo quien a la hora prometida, entró a la cabaña pidiendo un poco de té. La noche estaba tranquila, pero el clima estaba bastante frío.

A las 2 de la mañana iniciamos el ascenso que encordados el uno del otro, nos llevaría por una empinada ladera cubierta de nieve. A lo lejos y en la oscuridad de la noche podía ver las luces de los otros montañistas, algunos de ellos una hora adelante de nosotros. El frío era bastante y la fuerza estaba intacta, así que apreté un poco a Eduardo para que ascendiéramos a un ritmo que permitiera calentarnos. Poco a poco fuimos alcanzando las otras cordadas en las que pudimos ver a algunos miembros sufriendo el ascenso e inclusive a otros un poco enfermos. En la mitad del recorrido, dejé de sentir mis manos, nunca las había tenido tan frías. La adrenalina del ascenso con los buenos ánimos, me hizo olvidar  usar la segunda capa de guantes. Pude parar para buscarlos y de paso hacer un video e intentar tomar algunas fotos para descubrir que mis dispositivos funcionaban erráticamente por el frío.

Las 5 de la mañana nos tomaron por sorpresa. Ya solos en la montaña, alcanzando a visualizar metros más abajo las luces de las otras cordadas, Eduardo me hizo saber que tendríamos que disminuir el paso para llegar a la cima justo antes del amanecer, pues llegar antes, significaría una espera interminable y grandes riesgos de hipotermia. Sin mayores tropiezos, ascendimos la última arista. Pegados a la cuerda y midiendo cada paso que dábamos con nuestros crampones, sorteamos el que tal vez ha sido el ascenso más técnico y a la vez hermoso que he vivido. El paisaje era alucinante, un sol naranja comenzaba a iluminar el panorama todo cubierto de cumbres nevadas y a lo lejos podíamos aún observar como las otras cordadas se aproximaban lentamente a la cima.

Abrazos, fotos, algunas lágrimas de felicidad y esa sensación de triunfo inexplicable y solitaria que queda tras una conquista de estas proporciones cerraron este gran capítulo. El jueves 10 de septiembre de 2015 quedará siempre marcado en mi vida como el día en pude usar los años de entrenamiento, mi pasión por las montañas y mi atracción por las actividades al aire libre para hacer la cima perfecta, el Huayna Potosí.

No olvides suscribirte al blog para recibir nuestras actualizaciones y seguirnos en redes sociales:

  1. Responder

    Wilmar Carvajal

    De lejos, el mejor post que les he leído. Las fotos y videos complementaron perfectamente el relato. Felicitaciones por la cumbre y la hermosa experiencia. Espero algún dia tener la oportunidad de hacerlo. Felices viajes y feliz navidad !

    1. Responder

      David P

      Gracias Wilmar por tu comentario. Avísanos si necesitas algo cuando lo vayas a hacer. Saludos y feliz navidad

Déjanos un comentario