Los cubos de Róterdam

24 de Febrero de 2014

Como es usual en nuestros viajes, madrugamos lo más que pudimos para alcanzar a hacer todas las cosas que queríamos en el día. Tomamos el bus y luego el metro hasta la estación Lelylaan para abordar la ruta de tren que nos llevaría a la ciudades de Delft y Róterdam, los destinos elegidos.

Tip: para ubicarnos con las rutas de tren, usamos una excelente aplicación que se llama 9292. A través de ella se pueden consultar los horarios, rutas y tiempos entre destinos de una forma, al buen estilo Holandés, bastante precisa.

Aplicación 9292 aunque está en holandés es muy intuitiva
Aplicación 9292 aunque está en holandés es muy intuitiva

Luego de tener algunos problemas con el pago del boleto, ya que la máquina sólo aceptaba monedas y una tarjeta débito especial que no era la nuestra, logramos abordar el tren que por una hora nos conduciría a Delft, una ciudad de la habíamos leído se destacaba por su centro tradicional holandés, tiendas de quesos y especialmente por la típica cerámica blanca con azul.

Esta ciudad tuvo su apogeo en el siglo XVII gracias a la apertura de una sede de La Compañía de las Indias Orientales que en cuyo tiempo llegó a ser la empresa más grande del mundo y a su afluente industria de la cerámica. En la actualidad, la ciudad posee poca industria, siendo el Turismo una principal fuente de ingresos.

Canales en Delft
Canales en Delft
Al igual que en el resto de los Países Bajos, en Delft la bicicleta es uno de los principales medios de transporte
Al igual que en el resto de los Países Bajos, en Delft la bicicleta es uno de los principales medios de transporte

El frío era terrible y para nuestra sorpresa, el centro a esa hora de la mañana, 11 AM, lucía desolado. Sólo algunas tiendas comenzaban a abrir sus puertas, mientras las calles aún permanecían con apenas algunos transeúntes deambulando. Sin dejarnos desanimar, paseamos un rato por los bellos canales, mientras nos imaginábamos cientos de barquitas surcándolos en los días de verano. Sin pensarlo dos veces, decidimos ascender por la torre de La Iglesia Nueva ubicada en la plaza principal con el fin de tener una vista más completa del lugar. Nos enteramos que esta catedral posee la segunda torre más alta de todas las de Holanda y que siendo construida hace más 500 años, es el panteón de la familia real holandesa (la Iglesia Vieja por su parte fue construida en 1246).

El ayuntamiento de Delft desde la Torre de la Iglesia Nueva
El ayuntamiento de Delft desde la Torre de la Iglesia Nueva, a la derecha la torre de la Iglesia Vieja
Delft desde la Iglesia Nueva
Delft desde la Iglesia Nueva

Terminamos la mañana disfrutando algunas muestras de quesos en los deliciosas tiendas, asesorados de los mejores expertos en la materia. Toda una delicia inclusive para mí que soy poco amante de los sabores fuertes.

The Blue Heart
The Blue Heart

De acuerdo con el itinerario, pasaríamos la tarde en Róterdam, una ciudad a tan sólo un cuarto de hora de Delft. Ya esta vez, con más experiencia, pudimos llegar a la estación del tren con suficiente cambio para comprar los boletos sin problema.

Esta ciudad que nació a partir de la creación de una presa en el siglo XIII fue, en el siglo XIX un puerto internacional con mucho desarrollo. La ciudad se hizo famosa en el mundo entero por haber sido destruida casi en su totalidad por los alemanes durante la segunda guerra mundial. Un hecho que dejó más 800 muertos, 80.000 personas sin hogar y que causó la rendición inmediata de Holanda. A partir de esto y durante las últimas décadas, Róterdam vivió un período de reconstrucción bajo un estilo de modernismo que la alejó de sus tradicionales ciudades vecinas llenas de construcciones antiguas. Róterdam fue, durante los años 50 y 60 un símbolo de modernidad no sólo en Holanda sino en toda Europa, llegando a tener inclusive el primer túnel para vehículos y la primera línea de metro de los países bajos.

Llegar a esta ciudad es definitivamente una experiencia diferente. Luce moderna, con altos y estilizados edificios y un gran puente, el Erasmo, que conecta la parte sur y norte de la ciudad y es uno de sus símbolos más distintivos. Tal vez era el clima, o el mismo ambiente de la ciudad, pero Róterdam desde el primer vistazo nos pareció una ciudad bastante artificial, fría y difícil de conocer.

Rotterdam Puente Erasmus
Rotterdam Puente Erasmus

Sin dejarnos desanimar, tomamos un mapa turístico e hicimos rápidamente el recorrido por el puerto y algunos de los lugares de interés de la zona, entre los que el Puente Erasmo, era el principal de ellos. Al final del recorrido que duró por hora y media más o menos, llegamos al lugar del que habíamos leído en nuestras guías de viaje y el que fue, tal vez la principal razón para venir a esta ciudad. Las casas cubo o Kubuswoing que diseñadas por un arquitecto llamado Piet Blom, se han convertido en un símbolo de la ciudad famoso en todo el mundo.

Las casas cubo son un conjunto de 32 viviendas en las que el cubo tradicional que conforma el habitáculo de una habitación fue girado 45 grados y empotrado en una especie de torre. Ver estas construcciones y pensar que allí habitan personas comunes y corrientes resultó algo fenomenal. Las casas tienen dos pisos , una terraza y unos 100 metros cuadrados habitables. Una vez allí nos enteramos que se podía entrar a una de ellas pagando una módica suma, pero contamos con la mala suerte de que a esa hora (5 de la tarde) ya estaba cerrada. Recorrimos el lugar tratando de espiar por las pequeñas ventanas con el ánimo de captar detalles más precisos como el tipo de muebles y la disposición los objetos en medio de las extrañas paredes de 45 grados de inclinación.

Regresamos a Amsterdam por la misma vía que recorrimos durante el día, con el dolor en los pies de haber caminado por decenas de calles y la satisfacción de haber conocido dos caras, bellas y opuestas de la encantadora Holanda.


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