África, explosión de miles de colores

“El mundo sería aburrido y triste sin colores. Hay colores de piel, colores de ojos, colores de pelo,colores, colores. Pero el mismo color nos pinta por dentro, los mismo colores en los sentimientos”. – Bacilos –

Este post está dedicado a todos aquellos que por su color, nacionalidad, raza, credo, creencias, condición social, han sido discriminados de alguna forma.

En la ruta del Tazara
En la ruta del Tazara

África es un continente muy diverso que nos regala día a día los colores más sorprendentes. El color, esa esencia efímera que pinta las cosas y nos llena de sentimientos, está por todas partes en este continente.

África nos ha regalado momentos de color inolvidables. El arco iris decorando las cataratas Victoria, el atardecer en el desierto con un sol naranja que se deja apreciar con los ojos, la luna blanca en el cielo azul profundo del medio día, el flamante fuego que durante largas horas acompañó nuestras noches en Botswana.

Los animales africanos, como todos los de la tierra, de una forma sabia e instintiva usan el color como arma de defensa y ataque. Todos, sin excepción alguna se valen de sus poderosas características para sobrevivir. El león, invisible ante su presa una vez está inmerso en las hierbas africanas. Las zebras, que con su extraño uniforme negro, logran en manadas crear una ilusión óptica que confunde a su depredador. El cocodrilo, con su piel color pantano como si fuese un tronco, un masa inerte. Y el avestruz, con sus plumas al son de una danza seducen a su hembra, aseguran su estirpe.

Como animales, el “Homo Sapiens Sapiens” u hombre contemporáneo nacido hace 150 mil años también ha usado los colores no solo para engalanar sus cultura moderna, sino desde sus inicios para sobrevivir. No es secreto para nadie que todos nacimos acá, en África. Particularmente en Tanzania, en donde se ha encontrado el más antiguo y primer eslavón de nuestro proceso evolutivo: El Homo Habilis que hace cerca de dos milones de años ya se agrupaba para cazar en lo que hoy se llama El Cañón de Olduvai.

Fue aquí, en esta tierra salvaje donde nos levantamos, eregimos nuestros cuerpos para correr tras nuestra presa, donde pese a ser menos inteligentes y mas pequeños que el Hombre de Neandertal, lo vencimos, no en una guerra sino que través de nuestra agilidad para desplazarnos, sobrevivimos, fuimos elegidos entre todas las especies de primates. Obligados hace 4.5 milones de años a salirnos de la selva para transitar la grandes planicias de la sabana del este africano, nuestro color de primate, en ese entonces claro, a través de un proceso evolutivo muy complejo se fue tornando oscuro garantizando así un mayor tiempo de exposición al sol a nuestra especie y por lo tanto mayores probabilidades de cazar y de sobrevivir. Sol ardiente, piel negra. Homos Sapiens Sapiens,Nuestro Hombre Pensante, HOMBRE NEGRO, que por cerca de 110 mil años tiñó de negro su piel, en el inclemente sol ardiente de la sabana africana, antes de viajar a Australia y Europa. Técnicamente, el color negro nos permitió regular la exposición a los rayos UV y en consecuencia tener balanceados los niveles de vitamina D, necesaria para el embarazo, e inhibir la disminución de vitamina B, esencial para la producción de esperma. En otras palabras, el color negro nos ayudó, como especie, a reproducirnos de una manera más eficiente.

Cataratas Victoria
Cataratas Victoria

Es triste pensar que mucho tiempo después el negro, color fundamental para la supervivencia de nuestra especie, fuera su verdugo cuando los blancos europeos lo usaron para discriminar. Por años estos pobres brutos pensaron que los negros eran animales y por lo tanto no podían ser tratados a la misma par que los humanos. El pasado de este continente es tan amargo como el de nuestra Latinoamérica. El flagelo de la esclavitud, el mayor genocidio de la humanidad, ha dejado una mancha indeleble que ha traspasado sus mismas fronteras. Son miles de historias que nos hacen derramar lágrimas, desde los trabajos forzados, hasta las mutilaciones. Así se paseaban los ingleses, alemanes, belgas y holandeses por este continente. Contrataban mercenarios para que fueran a las villas a reclutar hombres para sus propósitos postmodernistas y de cuando en cuando, bien sea por resistencia o por simple cuestión de espacio, los mataban de la forma mas cruelmente vista. La regla decía que la prueba de un negro muerto para reclamar su pago era su mano derecha. Sin embargo, estos mercenarios los mutilaban vivos para no tener que gastar balas, dejando a estos pobres hombres muertos en vida, sin su mano, su principal elemento de supervivencia en la sabana.

Estos horrores parecen lejanos, de burdos colonos de capa y espada del siglo 16. Pero no, los alemanes que bien se han sabido valer de las suyas para crear dos guerras mundiales y matar a 5 millones de judíos, en África su sangre blanca también tiñó de rojo estas tierras, expidiendo, hasta el año 1976, permisos legales para cazar a los nativos hombres del Kalahari en Botswana. Los famosos y hoy casi extintos Bushmen. Escalvitud, discriminación, sentimiento de superioridad, algo ha quedado de ello en nuestra cultura latina. Hoy en nuestra hermosa tierra de zambos y mulatos, vemos al negro con cierto recelo. NEGRO, color de lo maligno, color triste, color ajeno. Muchos de nosotros encontraremos lejanas algunas duras realidades de las cuales siento pena. Por años, la empleada doméstica de mi casa fue negra. Siempre con un trato digno, pero viviendo en una burbuja de casa de ricos que cada domingo, se estallaba para dejar ver su realidad. Una pobreza infinita en un suburbio de la ciudad pese a trabajar incansablente sirviendo desayunos desde las 5 de la mañana y comidas hasta las 9 y 30 de la noche porque “el niño” llegaba muy cansado de la universidad. Gracias Oniris y perdón por todo. Así en nuestra Colombia tradicional, decimos expresiones como “este negro me robó”, “los negros huelen maluco”. Ay que equivocados estamos. Ya quisiera ver una Colombia donde sus negros no estén relegados a la costa pacífica o a las zonas de la ciudad donde se vive la miseria. Negros profesionales ocupando muchos cargos en la política y en las grandes empresas pujantes del país. Negros con iguales oportunidades que todos, negros sin la censura del dedo hipócrita apuntándoles por la espalda.

Atardecer en Kruger
Atardecer en Kruger

De todos los colores de África, el negro es el predominante. Acá es verdad lo que un amigo, con su agraciado tono burgués, me dijo: “mmm en África no se ven sino negros”. Sí… NEGROS por doquier, negros de diferentes tonalidades, negros, como decimos a veces en Colombia, negros morados. Nosotros que, de una forma poco tradicional, hemos viajado por este continente en bus y por lo tanto estado en algunos lugares un poco alejados del turismo, nos sentíamos en un principio extraños, raros, incómodos. Como si nuestra sangre latina no estuviese pintada en un porcentaje por este maravilloso color. En Francistown, una lejana ciudad al noreste de Botswana y en la que estuvimos un par de días descansando después de un largo viaje de dos días desde la ciudad de Nelspruit en Sudáfrica, llegamos a imaginar, con un buen grado de certeza, que éramos los únicos turistas de la ciudad. Tímidos, sin confianza, caminábamos por las calles como si hubiésemos hecho algo malo, sintiendo las miradas de todos. Sin embargo, tras estar varios días fuera de las zona turísticas tradicionales, nos percatamos de que éramos uno más. Sin existencia para otros, cada uno en su mundo propio. Con su vida. Y así, pasábamos por los mercados, estaciones de buses y callejuelas, con nuestra pinta tradicional de turistas, pero con una actitud diferente. Segura dinámica, exploradora, haciendo parte activa de la ciudad.

Así es, le debemos mucho al color negro. Este color, que desde el punto de vista teórico se compone por la mezcla de todos y que hoy en día solo lo tiene un porcentaje de la población, podría volver a predominar en nuestra especie. En mundo globalizado como el actual las mezclas entre diferentes razas de humanos es cada vez más frecuente, razón por la cual será inevitable que poco a poco de una forma gradual y a lo largo de muchos años, tal vez miles, nuestra piel se vaya oscureciendo de nuevo. Negros nacimos y negros moriremos.

David P

En el Delta del Okavango
En el Delta del Okavango

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  1. Responder

    Aleja

    Esta muy lindo el escrito…..que linda reflexión

  2. Responder

    Andrea Sarmiento

    Hola Davico, te confieso que hasta hoy me siento juiciosa a leer tus escritos, me he deleitado, he releído, se me aguaron los ojos, siento que me transportas a lo que estas viviendo. Hoy cuando comencé el a leer el segundo escrito decidí sentarme en un lugar especial de esta ciudad para poder disfrutar mucho mas la lectura… Eran tus historias, el sonido de la naturaleza y yo!!! Gracias Davico Slds A Alex . Quedo pendiente y a la expectativa de mas historias. Que Dios los bendiga .

    1. Responder

      malaquita

      Tan linda Andra. Muchas gracias. Que bueno que los hayas leído. Publicaré muchos más. Te mando un abrazo y escríbeme cuando puedas. Cómo va todo en Havas?. Un abrazo. David P.

  3. Responder

    Beatriz Palacino

    Paso para saludarlos y mandarles un abrazo, los pienso.

  4. Responder

    Sonia !!!

    Hola David!!! Acabo de leer tus escritos y realmente son maravillosos, que lindo todo lo que nos cuentas y como haces que nuestros sentidos se transporten y se sientan en cada uno de esos lugares. Esperamos mas!!!!

    1. Responder

      malaquita

      Gracias Sonia. Me alegra que te haya gustado lo que hemos compartido. Un abrazo. David P

  5. Responder

    VIAJANDO EL MUNDO

    David, qué espectáculo de post, me encantó!! Qué profunda reflexión, se me “pararon los pelos”. La discriminación, qué terrible mal! Hace unos días estuvimos en Berlín, y nos dimos a la tarea de revisar las huellas que dejó la discrimación y que sufrieron los judíos, sinti romanos (Gypsis o Gitanos), discapacitados, en la segunda guerra mundial, en fin, fue atroz lo que vimos. Al menos, dijimos, esto sirve para no olvidar y, con suerte, no repetirlo… y aún así pareciera que la lección no se aprendiera…

    1. Responder

      malaquita

      Moni, me alegra que te haya gustado esta pequeña reflexión. Esa es la idea, hacer pensar un poco. Estoy atento también a sus aventuras. Un abrazo. David P.

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